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Actualizado: 20 de julio de 2025


Y ellos gritan, bravuconean, cantan la eterna romanza de Marina, hacen sonar con garbo sus monedas sobre los mármoles. Hoy es domingo. Los cafés de Elda están repletos. Azorín ha entrado en uno de ellos. A su lado un grupo de obreros leía un periódico.

Pacheco, movido por igual fervor, escribe que el fin de la pintura será mediante la imitación representar la cosa con la valentía y propiedad posible... y estando en gracia alcanzar la bienaventuranza, porque el cristiano criado para cosas santas, no se contenta en sus operaciones con mirar tan bajamente... de modo que la pintura que tenía por fin parecerse sólo a lo imitado ahora como acto de virtud, toma nueva y rica sobreveste, y demás de asemejarse, se levanta a un fin supremo, mirando a la eterna gloria.

Mi alegría no tiene límites: «¡Inesita de mi vida, angelito, hermana mía, no sabes lo feliz que me haces! Con Jorge, con Jorgito, contigo, con Raúl... ¡todos juntos! ¡qué lástima que la vida no sea eterna! ¡Nuestra dicha no va a caber en el mundo: va a necesitar todos los espacios del cielo!...» Abro el piano y toco una marcha nupcial.

2 Y muchos de los que duermen en el polvo de la tierra serán despertados, unos para vida eterna, y otros para vergüenza y confusión perpetua. 4 , pues, Daniel, cierra las palabras y sella el libro hasta el tiempo del fin; pasarán muchos, y se multiplicará la ciencia.

La endiablada mozuela, ciñéndose a las instrucciones de don Juan, se hacía desear mucho, tardaba en acudir a las citas, luego venía armada de malicia, fingiendo estremecimientos, vacilaciones y sonrojos que la hacían más apetitosa; y si se dejaba tocar por el ex miliciano remozado, en seguida se le escapaba de entre las manos, como si le tuviese condenado a eterna dedada de miel, sin esperanza de mayores goces.

Siendo de ochenta y tres años, y á pesar de haber quedado tan débil con una enfermedad que padeció, que por órden de los médicos se alimentaba al pecho de dos amas y dormian con él dos niños robustos para calentarle, vivió lo suficiente para hacer su nombre digno de eterna memoria: bajo su episcopado se verificó la famosa expulsion de los moriscos, y á su ilustrada tolerancia debió el no ser echado de Córdoba un morisco insigne por su sabiduría en las ciencias físicas, llamado Felipe de Mendoza, hombre útil á la república.

Y esta diferencia en el modo de concebir a Dios, la vida eterna, nuestra alma misma, pues todas estas creencias se encadenan, es acaso lo que me hace ser tan tímida al lado de mi padre. Hay entre nosotros una equivocación, más todavía, una dificultad para entendernos, que me hace encontrarme como en país extranjero entre esta sociedad tan inteligente, tan ingeniosa y, según creo, tan sabia.

Quiroga fijó en él sus ojos atrevidos, y dijo con su eterna sonrisa irónica: Es la historia de siempre. En la gota de agua, como en el mar, como en todas partes, el pez grande se traga al chico. La sonrisa del duque se apagó. Dirigió una mirada oblicua al médico, que no apartó la suya fija y misteriosa, y dijo bruscamente: Creo, señoras, que deben ustedes ir aburridas de ciencia.

Ella siguió suspirando. «Oh, novio! ¡Siempre!... ¡Vivir siempre juntos; más allá de la vida; más allá de la muerte!...» Recordaba el último abrazo del caballero Tristán y la hermosa reina Iseo; una caricia eterna, infinita, que el gran mago no había envuelto en el misterio de su música estremecedora.

Mas Dios Nuestro Señor que muchísimas veces se vale de los intereses humanos, para lograr mejor el fin de su eterna providencia, se sirvió de la ida de nuestro Joseph á aquella Universidad para llamarle á la Compañía y después al Apostolado en las Indias.

Palabra del Dia

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