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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Pues claro saltó el coloso dando una palmada, que sonó como un estampido, eso digo yo; para que quiebre don Bernardino, es preciso que la Casa Rosada se derrumbe; ¡un situacionista de su importancia! tendría que ver... Sin embargo concluyó el prestamista, sería bueno que se apartara usted a un lado, ¿me entiende usted?
Los mineros ¡puño! se las habían de pagar ó dejaría de ser Bartolo el hijo de la tía Jeroma de Entralgo. ¡Á la romería! ¡á la romería! se gritó. El numeroso cortejo se puso en marcha. Á su frente el impetuoso Celso dando fuego á los cohetes. Era su especialidad. Amaba los cohetes porque su olor y su estampido le recordaban la vida militar, hacia la cual profesaría hasta la muerte amor entrañable.
Las yeguadas hacen vida más independiente y libre, y las hallábamos, en estado semisalvaje, donde menos lo pensábamos. Pito era muy bruto, y aconteció más de una vez ir yo muy descuidado y sentir a mi espalda un estampido feroz que me hacía dar dos vueltas en el aire. Era la espingarda del gaznápiro: un escopetón más viejo y remendado que el de Chisto, que había hecho una de las suyas.
Por cierto que don Adrián subió la bocamanga izquierda hasta el codo, y el arco de las cejas hasta el casquete, a fuerza de rascarse y de admirarse al ver que Leto, de quien esperaba un estampido, en lo del convite no puso el menor reparo, y en lo de las acuarelas se despachó con tres «carapes» seguidos y unos muy dulces restregones de manos a las barbas.
En ese instante se oyó un estampido formidable, como si la boca de un cañón del «Belgrano» o del «San Martín» hubiera entrado en el coche y vomitado un cañonazo: ¡¡¡Booooletooos!!! Cuando el jefe del tren llevó los que Melchor humildemente le entregó, el convoy llegaba a su estación terminal.
Acometida de un furor orgulloso, soltó por su boca desdentada mil improperios contra el párroco y contra las zagalas de Canzana que la perseguían cruelmente con su envidia. Esto causó el regocijo no sólo de Regalado, sino de cuantos la escuchaban. Pero ya al son de la gaita y el tambor y con el estampido de los cohetes salía la sagrada imagen de la Virgen del Carmen por la puerta de la iglesia.
Gonzalo quedó como estaba, de bruces sobre el pretil del paredón, contemplando el mar que lo batía suavemente. Las olas, después de chocar en la piedra con leve y hueco estampido, retrocedían corriendo sobre las otras, y producían rumor semejante al de una cortina que se despliega.
Y Margalida, mujer al fin, siguió bailando, sin haberla impresionado gran cosa, como buena ibicenca, el estampido de la pólvora. Fijaba en el Ferrer una mirada de agradecimiento por su bravura, que le hacía desafiar la persecución de la Guardia civil, tal vez próxima; contemplaba después a sus amigas, temblorosas de envidia por este homenaje.
Estaba cansado de andar sin objeto y sin rumbo, cuando se me acercó un marinero de buenas trazas, hombre afable, que se puso a hablar conmigo. En aquella época, el puerto de Brest se cerraba al anochecer, por medio de una enorme cadena de hierro tendida de una orilla a otra, y se abría al estampido de un cañonazo, a la hora de la diana.
Aunque vendieron caras sus vidas, perecieron los más valientes y el capitán argelino, rindiéndose a discreción los otros, que fueron aherrojados y convertidos en nueva chusma. Morsamor pasó en triunfo a la conquistada galera. Resonar de clarines, vivas, altos aplausos y el estampido de algunos disparos de los falconetes solemnizaron la victoria.
Palabra del Dia
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