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Actualizado: 30 de junio de 2025
Después de la corbata, que afectaba cierto desaliño, lo que más descollaba era la boca, donde en un tiempo moraron todas las gracias, y ahora no quedaba ni un diente; y la nariz hubiera sido lo más inverosímil de aquel rostro si no ocuparan el primer lugar unos espejuelos voluminosos tras los cuales el ojo perspicaz y certero del crítico fulguraba.
Las mujeres le cogían el faldellín de terciopelo para admirar de cerca los bordados: clavos, martillos, espinas, todos los atributos de la Pasión. Sus botas parecían temblar a cada paso con el brillo de los espejuelos y la pedrería falsa que las cubrían. Bajo las plumas del casco, que aún hacían más obscura su tez africana, destacábanse las patillas grises del gitano.
Este se hallaba sentado en un cubo, cosiendo con bramante unos pedazos de alfombra vieja que habían de servir de manta a la mula. Perdona que no me levante dijo con su voz de niño . Tú eres de casa. ¡Ay, estas piernas!... Había sustituido la casulla de piel de conejo con la otra de las grandes solemnidades: la de espejuelos y cintajos de colores, que le daba el aspecto de un salvaje de teatro.
Hállase sí abundancia de barrilla, para hacer vidrio y jabon: abundancia de marmol colorado, con listas blancas, marmol negro, y alguno verde: mucha piedra de cal, y algunas peñas grandes de pedernales de escopeta, blancos y colorados, con algunos espejuelos dentro como diamantes: mucha piedra de amolar, y otra amarilla que parece vitriolo.
Al través de las vidrieras de Barbacana penetraba, junto con el sonido de los hórridos instrumentos y descompasada gritería, vaho vinoso, el olor tabernario de aquella patulea, ebria de algo más que del triunfo. El arcipreste se enderezaba los espejuelos; su rostro congestionado revelaba inquietud. El cura de Boán fruncía el cano entrecejo. Don Eugenio se inclinaba a echarlo todo a broma.
Por la mañana, un asturiano que tenía en la esquina inmediata puesto de café económico, vulgo de a cuarto, entró en el estanco a comprar pitillos y dijo a la criada, especie de Maritornes a medio desbastar, que el nombre de Cristeta estaba en el cartel del teatro con todas sus letras; y la palurda, aunque no sabía leer, salió corriendo a que se lo mostrasen; luego cruzó la calle con el mismo objeto la estanquera, sin lograr nada, porque se le habían olvidado los espejuelos, y, por último, fue también el tío, permaneciendo largo rato en contemplación de aquella línea del reparto donde decía: «CHULA PRIMERA-SE
Esas no son gracias, María; son chanzas pesadas, que sabes que no me gustan dijo incomodada la buena anciana . Dime a mí lo que quieras; pero a fray Gabriel déjale en paz, que es el único bien que le ha quedado. Vamos, no se enfade usted, tía María repuso la Gaviota ; consuélese usted con pensar, que nada tiene de vidrio fray Gabriel, sino sus espejuelos.
De consiguiente, con corazones contentos y con la íntima convicción de creerse empleados de utilidad y provecho, á lo menos en beneficio propio, si no en el de nuestra amada patria, estos santos varones continuaron desempeñando, nominalmente, en realidad de verdad, sus varios empleos. ¡Con qué sagacidad, auxiliados por sus grandes espejuelos, dirigían una mirada al interior de las bodegas de los buques! ¡Qué gresca armaban á veces con motivo de nimiedades, mientras otras, con maravillosa estupidez, dejaban pasar por alto cosas verdaderamente dignas de toda atención!
Acabada la lectura, se quitó el ermitaño los espejuelos, y dijo con voz reposada: No es justo, ni conveniente, ni posible ¡oh Princesa Venturosa! que sepas todo lo que en esta abominable carta se encierra. No es justo ni conveniente, porque hay en ella tremebundos y endemoniados misterios.
No pararon los irritados combatientes hasta que D. Marcos no derramó sangre á raudales, rasguñado por la poetisa; hasta que ésta no se desmayó, dejando caer sus postizos bucles, y haciéndome en la frente un chichón del tamaño de una nuez; hasta que el Duque no se le fraccionó en dos pedazos completos la mejor levita que tenía; hasta que Carranza no perdió sus espejuelos y la peluca, que era bermeja y muy sebosa.
Palabra del Dia
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