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Actualizado: 11 de julio de 2025
¿Y no queda más señal que esa? dijo el cocinero viendo arder con ansiedad la escudilla. No... el veneno sólo queda ahí... y en las entrañas del paje muerto... Pero, según he oído, se han llevado el paje á la parroquia sin que nadie sospeche; cuando le hayan enterrado.... ¡Oh Dios mío! ¡Dios mío! ¡Pero mi mujer! ¡Mi hija! ¿Aún amáis á vuestra mujer?...
Esto decía cuando una vieja que acababa de llenar la escudilla, llegose a nosotros y después de pedirme una limosna, que le di, puso la descarnada mano sobre el hombro del par de Inglaterra y cariñosamente le dijo: Niñito querido, ¡qué buenas nuevas te traigo esta tarde!
Zamorano llama ya mortero á la caja cilíndrica de madera que contiene la rosa por tener hechura de una grande escudilla; recomienda que si la aguja se inclina se ponga en la parte contraria un poco de cera ó una delgada lámina de plomo, y hecho el instrumento, llamado aguja de marear, se asiente en la popa, donde está la bitácora, en la línea que pasa desde el bauprés por el centro del mástil mayor.
Quiero que me deis algo bueno que almorzar, tengo mucha hambre y no puede esperar mi estómago á la mesa de mi hermano don Felipe; paréceme que esas empanadas que acaban de salir del horno, por lo que huelen, son de águilas; apropiadme una. Montiño puso por sí mismo una hermosa empanada en la escudilla del bufón.
¡Que se ha perdido el rastro, y tenéis ahí en esa escudilla los restos envenenados de la perdiz! Tenéis razón, tenéis razón, Montiño dijo el bufón-; pero esto desaparecerá, desaparecerá, yo os lo juro. Y yendo á un negro fogón que le servía para condimentar su pobre comida, el tío Manolillo hizo fuego, y puso sobre él la escudilla de madera con los restos de la perdiz.
Yo que vi al corchete que, alargando la mano, tomó el salero y dijo: "Caliente está este caldo"; y que el porquero se llenó el puño de sal, diciendo: "Bueno es el avisillo para beber", y se lo echó todo en la boca, comencé a reírme por una parte y rabiar por otra. Trajeron caldo, y el de las ánimas tomó con entrambas manos una escudilla, diciendo: "Dios bendijo la limpieza."
Todas esas gentes parecen contentas con su suerte. A popa, delante del camarote, había un gran balde lleno de agua llovida, donde la tripulación calmaba la sed, y recuerdo que, apurado el último buche, cada uno de esos pobres diablos sacudía su escudilla con un ¡ah! de satisfacción, una expresión de bienestar tan cómica como enternecedora.
¿Y qué más queréis? dijo con voz chillona, con impaciencia Montiño, viendo que el bufón con la botella bajo un brazo, la escudilla en una mano y la caperuza en otra, no se movía. Quiero que me acompañéis. Yo he almorzado ya. Que me acompañéis mientras almuerzo yo. No puedo; tengo que hacer un platillo de filetes de ternera sobreasados por mi propia mano...
Vos habéis sido la causa de las casualidades que le han hecho esposo de doña Clara Soldevilla y favorito de la reina, y qué sé yo qué más cosas... pero ya se ha quemado la escudilla con lo que contenía, ya no queda rastro por aquí del veneno... el alcázar se me cae encima; salgamos... salgamos de aquí, Montiño. Llueve que es una maldición.
Entraron dentro todos, y la ama con ellos, y hallaron más de cien cuerpos de libros grandes, muy bien encuadernados, y otros pequeños; y, así como el ama los vio, volvióse a salir del aposento con gran priesa, y tornó luego con una escudilla de agua bendita y un hisopo, y dijo: -Tome vuestra merced, señor licenciado: rocíe este aposento, no esté aquí algún encantador de los muchos que tienen estos libros, y nos encanten, en pena de las que les queremos dar echándolos del mundo.
Palabra del Dia
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