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Actualizado: 29 de julio de 2025


Que Calderón era un gran poeta; Y que yo soy lo que quieran mis lectores que sea. Esto escribía yo una noche que no tenía sueño. Eran las tres. Estaba en calzoncillos blancos y tenía frío. No tenía un cuarto y estaba desesperado. Un viejo reloj de pared me dejaba oír un monótono tic-tac. El ruido de un péndulo cuando se está en cierta disposición de ánimo, es un ruido que crispa los nervios.

Siempre que les unía la necesidad de defender sus derechos, pensaban inmediatamente en Ulises. Ninguno escribía como él.

Entonces se indignaba hasta saltársele las lágrimas, gritaba que se intrigaba contra él y escribía largas quejas al Santo Sínodo y al Capítulo de la Orden de Caballeros de San Jorge. El doctor Chevirev, como recibiese una queja de aquéllas, le envió inmediatamente una respuesta oficial en toda regla, en la que le daba una completa satisfacción.

Puso entonces todo bajo llave, pero asimismo no le dejaban tranquilo: ya era Jacintito, que le pedía papel y lo borroneaba o pluma y la echaba a perder; ya el escribientillo que tenían, cagatinta con aires de ministro, de onda sobre la frente, que escribía a fuerza de raspador y de sandáraca, quien no sabía resistir ante la roja barra de lacre o el paquete de sobres, liado en su elegante cinturón de colores.

Desde la venida del diputado D. Jaime, el Padre iba cada día deteniéndose menos en casa de su tío, y por consiguiente quedando más tiempo en su estancia solitaria. La obra, con todo, no cundía ni adelantaba por eso. Antes bien, el padre escribía en ella menos que nunca.

Siempre metódica, terminó primeramente la carta que escribía; en seguida, tendiendo la mano a su hijo: Eres exacto, me gusta eso. Siento haberte incomodado tan temprano; pero tenemos cosas serias y urgentes de que ocuparnos. A pesar de mi indicación, no te has procurado nuevos informes sobre la casa Aubry. No, en efecto balbuceó Huberto con turbación.

De vez en cuando, y con ocasión de cualquier fausta nueva para la patria o familia real, escribía algunas décimas o tercetos en estilo clásico, un poco gongorino. Aunque algunas personas trataron de persuadirle a que los publicase, nunca esto se pudo acabar con él.

Más que la firma manifestó Moreno muy serio, poniéndose la mano sobre aquel corazón que no valía ya dos cuartos , vale mi palabra. Estaba pálido, casi blanco, del color del papel en que escribía. «¿De veras?». No hay más que hablar. Eso dijo la santa , él es un pillo, un hereje; pero lo que es palabra, la tiene...

La buena señora se habría desvivido por realizarlos, si Obdulia se equilibrara, si atendiera al complemento de su educación, bastante descuidada, pues escribía muy mal, e ignoraba los rudimentos del saber que poseen casi todas las niñas de la clase media.

Por más que su antipatía por la joven no cediera, el magistrado se veía obligado a reconocer que ésta poseía una cultura fuera de lo común: escribía correctamente el español, el inglés y el alemán; enviaba a los periódicos bibliografías en que daba cuenta de toda clase de publicaciones científicas y filosóficas.

Palabra del Dia

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