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A causa de la guerra, habían tenido que ensancharlo con varias mesetas formando escalinata, y desde estas explanadas se abarcaba un paisaje magnífico: Monte-Carlo y Mónaco á vista de pájaro, Cap-Martin avanzando sobre las olas, y el infinito del mar subiendo y subiendo, hasta confundirse con el cielo.

Miguel no quiso preguntarse adónde iba. Su paseo era seguramente con un fin determinado, pero consideró inoportuno pensar en él. Vió de pronto dos corrientes de gentío que, viniendo en opuestas direcciones, se encontraban y confundían, subiendo juntas una escalinata corta y anchísima partida por dos pasamanos y cubierta por tres alfombras rojas. Estaba ante las puertas del Casino.

Como si las palabras de Roussel hubiesen tenido el poder de evocar á la que todos temían ver aparecer, una campanada resonó en la puerta, la verja del jardín se abrió y en la vaga obscuridad del crepúsculo, avanzó una sombra negra, silenciosa, amenazadora. Siguió la calle de árboles, llegó á la escalinata, la subió lentamente y desapareció en el vestíbulo.

Desde la escalinata exterior á las puertas del teatro tuvo que responder á una serie de profundos saludos de los funcionarios, unos con kepis y dorados botones, otros de levita solemne, erguidos y dignos como notarios de comedia.

Vete; ya es muy tarde.... Tengo que madrugar.... Mientras estás roncando... yo tengo que trabajar en el changarro. Me despedí del buen anciano, y tomé calle arriba, hasta el cementerio de San Antonio. Subí la escalinata, y de codos en la verja me puse a contemplar la ciudad. La noche estaba obscura; negras nubes ocultaban el horizonte.

Los universitarios hablaban de asuntos científicos; algunos doctores jóvenes discutían, con la tristeza rencorosa que inspira el bien ajeno, los méritos del camarada que en aquel momento estaba leyendo sus versos á una muchedumbre inmensa sobre la escalinata del templo de los rayos negros.

Sus camaradas, afectando la mayor gravedad, respondieron á la invitación con un cómico saludo, y se encaminaron á la capilla mayor precedidos del héroe de la fiesta, que al llegar á la escalinata se detuvo un instante, y extendiendo la mano en dirección al sitio que ocupaba la tumba, les dijo con la finura más exquisita: Tengo el placer de presentaros á la dama de mis pensamientos.

Mientras se entretiene, le presentaré a la patrona mayor, la señora marquesa de la Escalinata del Patio de Guardias. SITA. ¡Yo no si debo...! VERA. Hija mía: en nuestro sacerdocio, lo mismo que en los otros, hay que estar bien con todo el mundo; de lo contrario, aunque ponga usted en ello toda su buena voluntad, no llegará a ser nada... ¡Ah...! ¡Aquí llega nuestra querida presidenta...!

Para ellos, lo lógico era haber dado fin á la querella en la misma escalinata del Casino: dos trompazos á aquel «emboscado» que no iba á la guerra y se permitía molestar á los que cumplían su deber.

Empezaban á retirarse los parroquianos más trasnochadores del boliche, cuando llegó Robledo ante la casa ocupada por Elena. Subió con pasos quedos la escalinata, llamando discretamente á la puerta después de unos instantes de vacilación. La puerta se abrió al poco rato, asomando á ella Sebastiana, sorprendida por este llamamiento cuando iba á acostarse.