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Actualizado: 1 de junio de 2025
Nogueras lo hizo atravesar los claustros de la Facultad, subieron escaleras, pasaron otros claustros, y por fin, el médico abrió una puerta. Lo primero que vio Maltrana fue las tocas blancas de una monja, ocupada en arreglar con sus manos de cera las flores de trapo y las velillas de un altar.
Vaciló unos instantes, mas, pronto, tomando una determinacion, descendió con ella las escaleras, se fué á la roca donde Isagani solía sentarse para escudriñar el fondo del mar. El P. Florentino miró á sus piés.
Una vez en los pasillos, acortó el paso, y comenzó a mirar a todos lados, sin lograr ver lo que deseaba. Triste y cabizbajo descendió lentamente por las escaleras. Ya se disponía a levantar el pestillo de la puerta, cuando creyó advertir que la cuerda con que la abrían desde arriba se agitaba. Quedóse un momento inmóvil. Tornó a llevar la mano al pestillo, y otra vez percibió la sacudida.
Este besaba el duro que la señorita le daba, y el otro tirábalo al aire para cogerlo con algazara, diciendo: «¡Aire, aire, a la plaza!». Y salían por aquellas escaleras abajo camino de la tienda.
El gigante vió un edificio bajo, de paredes blancas, con extensas columnatas, jardines y amplias escaleras de mármol que se hundían en el agua azul. Recordó que Flimnap le había hablado de este palacio, construído por los antiguos emperadores para sus baños de mar. Bajo las columnatas había parterres llenos de flores.
Otras tenían los pisos en declive, y en todas ellas oíase hasta el respirar de los vecinos. En algunas se veían mezquinos arcos de fábrica para sostener el entramado de las escaleras, y abundaba tanto el yeso en la construcción como escaseaban el hierro y la madera. Eran comunes las puertas de cuarterones, los baldosines polvorosos, los cerrojos imposibles de manejar y las vidrieras emplomadas.
Pero, señor mío... ¡Ah!... ¡señor de usted... ya decía yo! ¿Ve usted como a mí la escolástica no me confunde? Todo eso y mucho más dijo el Gran Constantino queremos tratarlo con el interesado. Pues no será.... Pues sí será.... Señora, salvo el sexo, estoy dispuesto a arrojarles a ustedes por las escaleras si insisten en su procaz atentado....
En medio del silencio que reinaba en la casa, turbado solo por alguno que otro debil ronquido que partía del vecino aposento, Basilio oyó pasos ligeros en las escaleras, pasos que cruzaron despues la caida dirigiéndose á donde él estaba. Levantó la cabeza, vió abrirse la puerta y con gran sorpresa suya, aparecer la figura sombría del joyero Simoun.
MUCHAS VOCES. No sabemos leer... No le creáis... es un lazo que nos tiende... ¡Al agua! UNA MUJER. ¡Ah! ¡qué dicha, Virgen santa! Aquí está la procesión. Mira, Juana, estamos muy cerca del cadalso, y tiene dos escaleras. JUANA. Eso es porque el reo había mandado un navío de guerra; el verdugo subirá por una escalera y él por otra.
Retrocedió ésta con gritos de rabia, uniéronse y adelantáronse los cinco defensores del castillo y no tardó en quedar libre de enemigos el vestíbulo. Tristán se apoderó de los dos últimos y los lanzó escaleras abajo, sobre las cabezas de sus compañeros. ¡No los sigáis! gritó Duguesclín. Si nos separamos estamos perdidos.
Palabra del Dia
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