Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 7 de octubre de 2025
" Andrés R. Campiña y González. " Conrado García Espinosa. " Ernesto N. Tabio y Espinosa. " Domingo Socorro y Méndez. " Héctor de Quesada y Cuhuat. " José de Cárdenas y Armenteros. " Abelardo J. Marrera y Estrada. " Fernando Capmany y C. Alvarez. " David Whitmarsch y García. " Manuel Almeida y Hernández. " Manuel Morales Broderman. " Félix Guerra y Rodríguez. " Ciro Leonard y Fernández.
Antes de amarte a tí no amó a ninguno.... ¡Gabriela ama a otro, y acaso no le olvide jamás!... Supongamos que mañana eres esposo de esa elegante señorita.... ¿Quién responde, quién, de que Gabriela, es decir, tu «esposa», no piense algunas veces en Ernesto? El otro día le viste escribir una letra... ¡y sentiste celos, celos horribles! ¿Me pides consejo?
A Ernesto le da por la aristocracia. Sólo me habló de si eran o no eran conocidas las personas que asistieron a las diversas fiestas dadas este invierno. La calidad de las gentes que concurren a las reuniones constituye su preocupación. El hombre es de un aristocratismo completamente empingorotado. Parece que hubiera nacido en medio de la corte de la casa de Austria.
ERNESTO. ¡Y usted era demasiado altivo para consentir semejante cosa...!
Más que nunca tuvo la sensación de que Charito, como la familia de su tío Ernesto Molina y como su madre misma, no tenían conciencia de los grandes misterios... Y que tampoco la tenían las innumerables personas absorbidas por la vanidad de la vida mundana, devoradas por ella, agitadas como muñecos en la constante preocupación de figurar.
Vivía absorbida por el ambiente social, y para las fiestas de caridad era una secretaria activísima y no hallaba tiempo de cumplir con todos los compromisos que se imponía. Adriana tenía de ella una impresión semejante a la que le sugerían las personas de la familia de su tío Ernesto Molina: que carecía, en cierto modo, de verdadera alma.
La resolución de usted... los deseos de don Carlos.... Mi padre cederá.... En cuanto a mí.... Soy mujer, esto es, soy débil. ¡Ernesto me ama, estoy segura de ello!... Ahora me escribe, implorando mi perdón.
He avisado a don Serapio y al organista... ¡Preciosa, Mariíta, preciosa!... Fíjese usted en las colgaduras azules que hice poner en el retablo de la Virgen... Gracias, Ernesto, muchas gracias, se lo agradezco a usted en el alma. A una señal de María todas las señoras se levantaron y se precipitaron detrás de ella por la escalera, sin dejar por eso su charla mareante.
ERNESTO. ¡No...! ¡No volverás más...! ¡Te echo...! ERNESTO. ¡Sí...! Ve a recoger todo lo tuyo... Te ajustaré la cuenta en seguida y no te veré más. ERNESTO. ¡No oigo nada...! ¡Déjame en paz...! Es el señor Froment, mi profesor de bridge. Aparece el señor Froment, un viejecillo seco como un esparto, con cabeza de gorrión disecado y con cabellos de un blanco amarillento sobre una calvicie excesiva.
Así tuvo la gloria de ser el protector del gran cordobés Averroes, tan admirado en la Edad Media, tan influyente en la filosofía escolástica y del Renacimiento, y conocido hoy y celebrado aun entre el vulgo de los eruditos a la violeta por el precioso libro que Ernesto Renán compuso sobre él y sobre su doctrina.
Palabra del Dia
Otros Mirando