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Actualizado: 10 de junio de 2025


¡Ah! ¡perdonad! ¡perdonad! excelentísimo señor; ha sido una equivocación dijo Sarmiento todo trémulo, porque su vara se rompía al tocar á personas tan encumbradas, como una caña, fuerte para matar un ratón, pero extremadamente inútil para un león . Perdone vuecencia, nos hemos equivocado; creímos que vuecencia salía de una casa donde perseguimos un delito; vuecencia perdone otra vez y no se enoje, que la noche y las tinieblas me disculpan.

Precisamente por eso replicó con displicente laconismo. Hubo unos instantes de silencio. Tristán comenzó a hablar en voz baja y afectando mucha calma. En realidad, había padecido una equivocación lamentable depositando su confianza en Estévanez, porque éste jamás había dejado pasar ninguna obra apreciable.

Había salido aquél y el agente iba a retirarse cuando vio en el corredor la figura de Clara que se asomaba para ver quién era la visita. Sólo venía, señora le gritó desde la puerta , a dar las gracias a su marido por el buen concepto que le merezco... Ha sido una equivocación según creo respondió Clara toda turbada.

Para desvanecer esta equivocacion, basta observar que los objetos que se ofrecen á nuestro espíritu son de órdenes muy diferentes, que los medios de que disponemos para alcanzarlos nada tienen de parecido, que las relaciones que con nosotros los unen son desemejantes, y que en fin la experiencia está enseñando todos los dias que un hombre dedicado á dos clases de estudios resulta sobresaliente en la una, y quizas muy mediano en la otra; que en aquella piensa con admirable penetracion y discernimiento, miéntras en esta no se eleva sobre miserables vulgaridades.

Pues ahí está, Virtudes de mi alma, tu grandísima equivocación: en suponer que yo me aburro en esta soledad ni poco ni mucho, ni siquiera un solo instante. Lejos de aburrirme, son tantas las distracciones que tengo, que me falta tiempo para todo, hasta para escribirte; solamente me sobra para conocer mi pecado y sentir sus mordeduras en la conciencia. ¡Esta que es la pura verdad!

Pero ¡ay!, lo que más que traje y sombrero me asombró, dejándome lelo delante de tan esclarecido concurso, fue la cara del mendigo, señores, su cara; porque sepan ustedes que era la del mismísimo lord Gray. Creí soñar, le miré mejor, y hasta que no me llamó saludándome, no me atreví a hablarle, temiendo padecer una equivocación.

Capeábanle los mozos alegremente, y fue el caso que uno de ellos, más valentón que sus compatriotas, en vez de sortear al novillo, se dejó sortear por él; notable equivocación: enganchole el asta retorcida de la faja que en la cintura traía, y aún no se sabe cuáles hubieran sido las vicisitudes del jaque a no haber acudido en su auxilio dos primos suyos, movidos de aquel impulso natural que todos tenemos de amparar a los que andan enredados con animales cornudos.

Todo te lo dije en aquella época respondió ella; pero no querías creerme, querías por fuerza hacer mi felicidad; y más tarde, ¿por qué habría hablado? En el papel las cosas toman otro significado que el que se les ha querido dar; habrías concluido por ver en mis palabras un reproche a Roberto, quizá hasta a ti misma, y yo no podía dar lugar a semejante equivocación.

Responde la equivocación del narrador al quid pro quo del personaje, porque Moreno, en las perturbaciones superficiales que por aquel entonces tenía su espíritu, solía confundir las impresiones positivas con los recuerdos.

Amo... á una mujer casada... á la esposa de mi rey... de mi hijo... porque yo soy su confesor... Yo que le reprendo sus malos deseos, sus debilidades, no acallar el grito de los míos, no ser fuerte... y al saber... al oír que ella ama á otro, por más que esto pueda ser una equivocación, una calumnia, me estremezco de celos, y siento odio... un odio terrible á ese hombre... que dicen ama ella... y le haría pedazos entre mis manos...

Palabra del Dia

irrascible

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