Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 11 de octubre de 2025
Reclamaron juntos el equipaje, confiáronselo a un mozo, a quien dieron las señas de la casa donde lo había de llevar, y salieron de la estación. Vamos a tomar un coche: ¡hoy es día de gastar dinero! dijo Pepe. ¿Para qué? ¿Está lejos la casa? Lejos, no; pero tienen mucha gana de verte. Todo está preparado... tu cuarto dispuesto... ¡Verás qué guapa es Leo y como te reciben todos!
A su regreso pernocta en un bosque, en donde, hablando con su criado, le dice que viaja muy afligido porque la princesa Beatriz, hija mayor del Duque, á quien ha visto sólo de paso, le ha inspirado un amor ardiente. Mientras entabla este diálogo, le roban su equipaje, sin notarlo, y, cuando lo averigua y corre á buscarlo, observa á lo lejos un hombre que, al parecer, lo espera.
Un amigo suyo que reside en París, el señor Federly, ha dado informes que hacen creer en su presencia aquí, y los empleados del ferrocarril recuerdan haber visto el nombre del viajero en su equipaje. ¿Y ese nombre? Raséndil, señor. En la manera de decirlo comprendí que el tal nombre nada significaba para él.
Mi equipaje está sucio y desgarrado. »Se me dirá que de esto me tengo yo la culpa, pues he saltado portillos y corrido por los prados, y me he sentado en ellos.... Pero, señores míos, ¿es posible que á otra cosa se pueda venir al campo?
Porque lo dejaba allí todo.... Mi equipaje, lo único que tengo en el mundo. No sé qué cogí aquella noche, al relente, furiosa, por la calle húmeda... ¡Oh! En fin, la voz, que ya andaba muy mal, se fue de repente.... Desde aquella noche canto... como tu mujer. No salgo de la fonda... porque no puedo pagar. D. Carlos me insulta unas veces... y otras me requiebra.
Pasado tiempo escribió dos cartas, la una para el capitan de dicho fuerte, en que le pedia caballos y mulas para conducir al fuerte su gente y equipaje; y otra para mí, en que me suplicaba intercediese con dicho capitan para que con brevedad las despachase: estas dos cartas las trajo dicho práctico.
Apenas hubo tomado su billete y facturado su equipaje, se oyó en el fondo del bosque el silbido del tren que llegaba.
Su madre deseaba que fuese abogado, para que pudiera desenmarañar la fortuna de la familia, gravada y revuelta con hipotecas y préstamos. Su equipaje fue enorme, un verdadero ajuar de casa, y el bolsillo lo llevaba bien provisto. Un Febrer no podía vivir como un simple estudiante. Fue primero a Valencia, por creer la madre esta población menos peligrosa para la juventud.
Después que hubo anudado las cuatro puntas del pañuelo que contenía el equipaje, se incorporó el hombre, volvió la cara... y conocí en ella á la del Tuerto; pero más obscura, más triste, más ceñuda que nunca. La sardinera, al oir á su marido, rompió á llorar á todo trapo: sus hijos la siguieron en el mismo tono. ¡Á ver si vos calláis, con mil demonios! exclamó el pescador con visible emoción.
Llegó el expreso de Madrid, y en él el doctor Ruiz. Venía sin equipaje, vestido con el abandono de siempre, sonriendo bajo su barba de un blanco amarillento, bailoteándole en el suelto chaleco, con el vaivén de sus piernas cortas, el grueso abdomen, semejante al de un Buda.
Palabra del Dia
Otros Mirando