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Actualizado: 19 de junio de 2025
El Marqués le dio un abrazo que envidió un cura pequeño, paniaguado de la casa. Ripamilán estrechó la mano de don Fermín con cariño efusivo; y juntos pasaron al gabinete. Los tres canónigos se levantaron; la señora que parecía un fraile sonrió satisfecha y murmuró: ¡Ah, señor Provisor!...
Dísteme ejemplo para ser prudente; pues seguirte los pasos determino, sepultando esta luz en Occidente. Impulso milagroso y peregrino, te sacó de este encanto rigoroso que tampoco se adorna de divino. Yo envidio tu quietud y tu reposo; que en la estranjera patria siempre ha sido el ingenio premiado y venturoso.
Sí, sí; ya voy viendo que no somos una perfección indicó la santa irguiéndose en el asiento como para mirarla más de lejos . Cuando hay arrepentimiento el Señor perdona. ¡Pero usted, por lo visto, tiene una frescura para mirar estas cosas de la moral...!, frescura que no le envidio. Usted está casada: ya que la conciencia no le remuerde por un lado, ¿cómo no le escuece por el otro?
Vezín lo vió bien cuando nos dijo: "No van ustedes á lograr nada, pero les envidio la tentativa que van á hacer y si yo no tuviera una posición oficial, me iría con ustedes". Pues bien, después de haber ido contra viento y marea, henos aquí en el puerto, con Jacobo delante de nosotros y la verdad en el bolsillo. Es un hermoso éxito del que espero ha de hablarse por mucho tiempo.
No te envidio el papel; debe de ser poco divertido. ¡Oh, es tristísimo! Pero le prefiero al de amante desdeñado. Si no te conozco, ¿cómo puedo darte esperanzas? Pues bien; ¿quieres conocerme? Ya te he dicho que sí. Mañana corresponde a tu turno en la ópera. ¿No es cierto?... El joven que veas con una camelia blanca en la solapa del frac, ese soy yo.
Feijoo no tomaba más que un huevo pasado y después chocolate, porque su estómago no le permitía ya las cenas pesadas. Pero en su frugal colación gozaba viendo comer a su protegida, cuyo apetito era una bendición de Dios. «Hija, tienes un apetito modelo. Te estoy mirando, y al paso que te envidio, me felicito de verte tan bien agarrada a la vida.
Don Álvaro, inteligente en la materia, dijo que se parecía, en pequeño, a la de la princesa Matilde. ¡Cómo envidió Obdulia aquel dato! Y sintió orgullo. ¡Un hombre que había sido su amante podía hablar de la serre de la princesa Matilde! Se cenó allí.
Ríase usted de mí, si quiere; pero sepa que cuando veo a alguna persona que tiene la posibilidad de sacrificar algo, de arrancarse algo que duele, le tengo envidia... Sí; yo envidio a los malos, porque envidio la ocasión, que me falta, de romper y tirar un mundo, y les miro y les digo: 'Necios, tenéis en la mano la facultad del sacrificio y no la aprovecháis...».
Pero al ver que Ojeda se molestaba por estas amabilidades, adivinando su malicia, abandonó todo disimulo, añadiendo con admiración: Compañero: le envidio y le tengo lástima. Es usted un valiente, ¡pero lo que se ha echado encima!... Antes del término del viaje deseará llegar a tierra, lo mismo que un náufrago que se ahoga. La comida de esta noche era con banderas y guirnaldas.
¡Dios mío! interrumpió doña Inés . ¡Esto solo me faltaba: que llegue la ceguedad de usted hasta suponer que yo envidio a esa hija... de su madre!
Palabra del Dia
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