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Actualizado: 20 de mayo de 2025


Saludé sin responder y me fui a mi casa, donde encontré otro anónimo como los anteriores y que los siguió a la chimenea. ¿Qué enemigos de mi dicha se ocultan así en la sombra? ¿Qué bajas envidias ha excitado contra ella la pobre Luciana? No puedo sospechar de Sofía Jansien. Por mucho rencor y antipatía que tenga contra ella, no puedo creerla capaz de acciones tan bajas y despreciables...

Calderón expresa de este modo su veneración hacia Lope de Vega: Aunque la persecución De la envidia teme el sabio, No reciba de ella agravio, Que es de serlo aprobación: Los que más presumen, son, Lope, á los que envidias das, Y en su presunción verás Lo que tus glorias merecen, Pues los que más te engrandecen Son los que te envidian más.

Uno, acostumbrado a trabajar entre magnificencias en los palacios de París y de Bruselas, ataviado con el lujo de un gran señor; otro, hecho a vivir modestamente en aposentos secundarios del Alcázar viejo, con pisos de ladrillo polvoriento y puertas de cuarterones, como la habitación de Las Meninas: el español obsequioso, el extranjero agradecido; éste por su posición y aquél por su índole, ambos por su genio, libres de celos y de envidias; uno harto de saber, otro ansioso de saber más; el flamenco conocedor de extrañas tierras, el andaluz apenas salido de la suya: cultura diferente, temperamentos contrarios, inteligencias organizadas para percibir la belleza por vario modo, reflejándola con diverso estilo, y todo ello fundido y sublimado por el amor al arte y el culto de la Naturaleza: ¡qué enseñanza para el mozo en lo que oyese al viejo, y éste qué impresión experimentaría ante las obras de un principiante de tan soberanas facultades!

Versos de Luís G. Ortiz, de Collado, de Roa Bárcena, de Sierra, de Segura, de Ipandro Acaico.... ¡Qué amable, qué simpática me parecía la unión de todos estos escritores, algunos contrarios en ideas políticas, todos amigos sinceros en literatura y en arte! Así debía ser, así me imaginé siempre la república literaria, sin odios, sin envidias, sin rencores.

Lo mejor es añadió Sagrario revolviendo un huracán con su abanico , no tenerle pizca de miedo, aunque ponga en las nubes sus rugidos y te saquen tiras de pellejo sus zarpadas. Así hay lucha, y el triunfo resulta más sabroso. ¿Qué creerás que es lo más malo de esta bestia de mil caras? Las mujeres, ¡pásmate! Ahí están los rencores, las envidias y el veneno.

Esta cultura tan decantada, tan brillante, tan coqueta; esta civilizacion tan adornada, tan entrometida, tan jactanciosa, es una púrpura que cubre una llaga; es la sonrisa con que el cortesano oculta el cáncer de sus envidias y de sus odios, la flor desgraciada con que se corona la copa de un veneno.

¿Y usté cree esos embustes, criatura? ¿No ve que son invensiones de gentes que la quieren mal?... Envidias na más. No; conozco a Juan. ¿Usté cree que esto es lo primero?... El es como es, y no puee ser de otro modo. ¡Mardito ofisio, que paece volver locos a los hombres!

Y tales cosas dijo Currita, y tales protestas hizo, y con tal acento las pronunció, que el mismo Butrón con ser tan ducho, se quedó perplejo, y entre las afirmaciones contrarias de aquellas dos condesas igualmente tramposas, sólo sacó en claro una nueva confirmación de aquel principio práctico que de toda la vida había profesado: la mujer aborrece a la serpiente por celos y envidias del oficio.

Estoy cierto, sin embargo, de que tenía en la mente alguna maldad contra o contra Luciana... probablemente contra Luciana, que es demasiado hermosa para no suscitar muchas envidias. Creo que no hay para qué atormentarse por los dichos de esa aturdida de Sofía Jansien; y, con todo, aquella conversación me ha preocupado. Elena al Padre Jalavieux.

Entonces no iría a reconciliar aquella tarde, como rezaba su carta...». La aparente cordialidad y la alegría expansiva de todos los presentes, ocultaban un fondo de rencores y envidias.

Palabra del Dia

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