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Actualizado: 6 de junio de 2025
Yo quedé asombrado, perplejo, sin saber qué contestar. El Morito me sacó del apuro, porque se acercó a decirme que venía alguien por la acera. Pasó el transeúnte y seguimos hablando Dolores y yo. Al día siguiente me esperaría en una casa próxima, que tenía una puerta a otra calle, por donde yo entraría. Se cerró la persiana, le avisé al Morito que nos íbamos y me fuí a la fonda.
Rehízose un poco su naturaleza a las pocas horas; al amanecer conoció a su familia y a sus amigos; articuló algunas palabras; movió los miembros, antes paralizados, y al mediodía del siguiente pronosticó el senado de doctores, en su tercera consulta, que, sin una complicación inesperada, el ilustre enfermo entraría muy pronto en una franca y satisfactoria convalecencia.
Pepet, su hijo, estaba llamado a más altos destinos: iba a ser cura, y después que cantase misa entraría en un regimiento o se embarcaría con rumbo a América, como lo habían hecho otros ibicencos que recogían allá mucho dinero y lo enviaban a sus padres para comprar tierras en la isla.
Ningún plan había sido adoptado, cuando el prudente Santiago exclamó: Con la protección de la Virgen, he aquí lo que yo haría; armaría una chalupa, me aproximaría a la tartana maldita y entraría al abordaje... ¡Eh, compadres! ¿qué les parece?
Entrambos iban embebecidos en hondos pensamientos y no hablaron una sola palabra durante el camino. Cuando vieron delante de sí la negra masa del alcázar, Quevedo dijo á Montiño: He aquí que hemos llegado, y que estamos en salvo. Procurad vos no poneros en peligro; ved que palacio es un laberinto en que se pierde el más listo. Aunque fuese el infierno entraría en él. Me lo manda mi honra.
Acabando de vestirse, empezó a dar trancos por la habitación, manoteando y hablando solo. «No, no, no... Si creen que me la dan, se equivocan. Lo más horrible es que mi tía es encubridora... Pues qué, ¿entraría nadie en la casa si ella no lo consintiera? Y Papitos también es encubridora. Buenas propinas se calzará. Pero ya te arreglaré yo, celestina menuda. Que no me vengan con tonterías.
¡Uf, el convento!... Mira, si me hubieses abandonado, entraría en él otra vez a mortificar a las niñas, como la hermana Desirée. Ahora comprendo que nosotras estábamos pagando el mariposeo de algún gallego francés. Antes de partir para París, donde contábamos pasar otros quince días, hice una cosa que me va a enajenar la simpatía del lector, si por casualidad he logrado alcanzarla.
Esta necesidad le forzó a que llegase junto a la venta, todavía dudoso si entraría o no. Y, estando en esto, salieron de la venta dos personas que luego le conocieron; y dijo el uno al otro: -Dígame, señor licenciado, aquel del caballo, ¿no es Sancho Panza, el que dijo el ama de nuestro aventurero que había salido con su señor por escudero?
Desde luego entraría de practicante en la botica de Samaniego, el cual estaba gravemente enfermo, y si se moría, la viuda tendría que confiar a dos licenciados la explotación de la farmacia. Maxi entraría seguramente de segundo, con el tiempo llegaría a ser primero, y por fin amo del establecimiento. En fin, que todo iba bien y el porvenir les sonreía.
Aprendería el castellano para saborear las obras de Ojeda, que indudablemente era un genio. Se lo decía su amor. Cuando viviesen juntos, entraría de puntillas en su estudio, permaneciendo detrás de él en amorosa contemplación, como una esclava.
Palabra del Dia
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