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Actualizado: 30 de junio de 2025


Oíase desde arriba el rumor popular; y luego, en el seno de aquel silencio que cayó súbitamente sobre la casa como una nube, la campanilla vibrante marcó el paso de la comitiva del Sacramento. El altar estaba hecho un ascua de oro con tantísima luz, que reflejaba en el talco de las flores. Había sido entornada la ventana, y todos de rodillas esperaban.

Le zumbaron los oídos; el deseo le galvanizó con dura tensión, lo mismo que en sus mejores tiempos. Y con un ademán de vencedor empujó la puerta, que sólo estaba entornada. Una mujer salió á recibirle en el vestíbulo, una mujer cuya presencia le hizo dar un paso atrás. ¡Valeria!... ¿Qué hacía allí? ¿Qué farsa era esta?... La joven intentó hablarle, y él también quiso hablar al mismo tiempo.

Le mando que venga aquí para que me acompañe mientras estoy en la cama, porque tengo mucho miedo, y para que no se aburra, hago que le traigan una botella de cerveza y le permito que venga su amigo a hacerle compañía». Ballester se asomó a la puerta entornada para ver a la pareja.

Tenía fiebre, agitábase furioso, como si aún corriese por el cauce de la acequia cazando al hombre, y sus gritos asustaban á los pequeños y á las dos mujeres, que pasaron la noche de claro en claro, sentadas junto al lecho, ofreciéndole á cada instante agua azucarada, único remedio casero que lograron inventar. Al día siguiente la barraca tuvo entornada su puerta toda la mañana.

Allí estuvo más de una hora mudo, sin aliento, escuchando por la entornada puerta los ruidos de la casa, sin atreverse a bajar para adquirir noticias y sufriendo las torturas de la desesperación y de la incertidumbre. Oyó al fin ruido de pasos que subían la escalera y se acercaban luego a su cuarto, a cuya puerta llamó José. ¿Cómo está Magdalena? preguntó Amaury con anheloso acento.

Adelántate, Roger, y al dueño de esa hostería ó taberna ó lo que sea que prepare alojamiento para un caballero inglés y sus servidores. Picó Roger espuelas á su caballo y llegó á la puerta de la casa, dejando á sus compañeros á un tiro de ballesta. No viendo alma viviente, empujó la entornada puerta, entró en el zaguán y llamó á gritos al mesonero.

Vieron entornada la puerta del 17, y Guillermina la empujó. Grande fue su sorpresa al encarar, no con el señor Platón a quien esperaba encontrar allí, sino con una mujerona muy altona y muy feona, vestida de colorines, el talle muy bajo, la cara como teñida de ferruje, el pelo engrasado y de un negro que azuleaba.

En ese estado se arrastró por el suelo tanteando siempre los muebles: por último, puso la mano sobre un sofá, que ocupaba el espacio comprendido entre el balcón y la puerta que llevaba al cuarto de su hija y con una alegría íntima se incorporó, impulsó la puerta que Graciana al partir había dejado entornada y penetró a la habitación, loco, convulso, desatentado.

Después convirtió la vista a la fachada, cual si sus macizos muros pudiesen por mágico arte volverse cristal y trasparentar lo que en su interior guardaban. Quedose fascinada, sofocando un grito antes que naciera. La puerta del comedor estaba entornada.

¿Qué pareja es la que sin mirar a un lado ni a otro pide un cuarto al mozo y...? Pero es preciso marcharnos, mi amigo y yo hemos concluido de comer: cierta curiosidad nos lleva a pasar por delante de la puerta entornada donde ha entrado a comer sin testigos aquel obscuro matrimonio... sin duda... Una pequeña parada que hacemos alarma a los que no quieren ser oídos, y un portazo dado con todo el amor propio de un misántropo nos advierte nuestra indiscreción y nuestra impertinencia.

Palabra del Dia

buque

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