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Actualizado: 10 de mayo de 2025
No entiendo lo que decís, huésped, en eso de ser y no ser vuestra criada la fregona. Yo he dicho bien añadió el huésped ; y si vuesa merced me da licencia, le diré lo que hay en esto, lo cual jamás he dicho a persona alguna. Primero quiero ver a la fregona que saber otra cosa; llamadla acá dijo d Corregidor. Asomóse el huésped a la puerta de la sala, y dijo: ¿Oíslo, señora?
La que lleva por título el que nos sirve de epígrafe entiendo yo que ha ido más allá todavía: Mariquita León da más, para mi gusto, que lo que Las tres cosas del tío Juan nos habían prometido. La vida en una pequeña población rural andaluza está muy bien observada y hábilmente pintada.
Estoy vestida de harapos... No me riñas, cada cual tiene su manera de ver las cosas de la vida. Sé que me vas a sermonear, y hablarme de moral y qué sé yo... No entiendo tus medicinas. Te diré... Dios no quiere favorecerme, Dios me persigue, me ha declarado la guerra... ¡Qué pillín!
Entonces un señor ya viejo con restos de buen mozo, simpático, de mirada inteligente y fácil palabra que basta entonces permaneció callado, tomó parte en la conversación diciendo: Conque no se engañan, tienen un hijo y se separan... pues no lo entiendo: pero ¿de quién se trata? De la de Herióls, Rosita Castilla, la casada con Herióls.
¡Y don Francisco! ¡ah! ¡don Francisco! ¡Pero explicáos por Dios, Dorotea! Quevedo no os ha llamado á mi casa para veros, sino para que yo os viese. No os entiendo. ¡Quevedo, Quevedo! ¡Ah! ¡Maldito sea! ¡Pero explicáos, Dorotea, explicáos por Dios, que no os entiendo! Ese hombre, ese Quevedo... parece que lee en mi alma, lo que en el alma está oculto; parece que adivina.
Cervantes, el gran maestro de nuestra literatura, tampoco quiso atacar al honor y al heroísmo en su inmortal Quijote. Aunque yo piense que la esencia del Cristianismo es caridad y por lo tanto vida activa, entiendo asimismo que sin una fe viva, esto es, sin la unión mística y amorosa de nuestro espíritu con el Creador, la misma caridad no puede beatificarnos.
Delaberge se le quedó mirando lleno de sorpresa, preguntándose si no estaría loca aquella mujer. No la entiendo... ¿Qué quiere usted decir? Nada, nada... Se vio entonces que hacía grandes esfuerzos para recobrar su impasibilidad de figura de cera y prosiguió: Deje usted que hable con Simón; será mejor para mí y para usted... Prométame que se marchará usted apenas quede arreglado este asunto.
Y lo peor es que durará toda esta luna. Ya sabes, Isidrillo, que yo entiendo de tales cosas. Nada de librotes, ni compases, ni mapas, como los sabios. He pasado mi vida en el campo, viendo el cielo de noche y de día. Para mí no tiene secretos. Créame usted, señor añadió dirigiéndose al del fielato ; el sol es el cuerpo noble, y de él viene todo lo bueno.
No; yo quiero ser honrada a carta cabal, honrada, honrada. ¿Sin volver con su marido? Sin volver con mi marido. Feijoo hizo con los labios, con los ojos, con todos los músculos de su cara un mohín muy humano y expresivo, signo perteneciente al lenguaje universal y a la mímica de todos los países, el cual quería decir: «Hija mía, no lo entiendo...».
El plan de Manos Duras le parecía excelente, pero no encontraba aceptable que se quedase en el país un día ó dos luego de dar el golpe. Era mejor emprender todos juntos é inmediatamente la retirada hacia la Cordillera. Déjeme, compadre; yo me entiendo contesto el gaucho . Necesito antes de irme cobrar algo que me han prometido. Tal vez sea esta misma noche, y mañana me junto con ustedes.
Palabra del Dia
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