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Actualizado: 3 de junio de 2025


¡Ahí! exclamó doña Paulita, después de concluir en voz baja un Padre nuestro; estas ideas del día ... ¡Jesús, qué sociedad! Pero todo se enmienda; y los más pecadores son los que más pronto salen de su error. Tráigala usted, don Elías, que yo confío en que esa desdichada entrará por el buen camino, y será una santa tal vez. ¿No lo fué María la Egipciaca?

Pues bien: no sería completa mi enmienda si ahora no cuidara yo de dirigir a esta niña, para apartarla del peligro. Si nos descuidamos, fácilmente se nos irá por los caminos de su madre. EVARISTA. Mi parecer es que hable usted con ella... PANTOJA. A solas. EVARISTA. Eso pensaba yo: a solas. Hágale comprender de una manera delicada la autoridad que tiene usted sobre ella...

Días atrás, cuando los balcones de Madrid se engalanaron con toda suerte de colgaduras en homenaje al Corazón de Jesús, creíamos que la capital de España se arrepentía y hacía enmienda de sus errores. Las elecciones nos demostraron que esta hipótesis era falsa. Madrid está perdido, y con él están perdidas todas las grandes ciudades españolas.

Hiciéronse en esta ciudad las exequias por el rey D. Juan II y mandó el Concejo que se diesen al Bachiller Anton González, procurador de los Sres. Dean y Cabildo de esta Sta. Iglesia 2000 maravedises, en enmienda del afán y trabajo que tomó. Entró en Sevilla Enrique IV con la reyna Juana.

-Tienes mucha razón, Sancho -dijo don Quijote-; mas, para decirte verdad, ello se me había pasado de la memoria; y también puedes tener por cierto que por la culpa de no habérmelo acordado en tiempo te sucedió aquello de la manta; pero yo haré la enmienda, que modos hay de composición en la orden de la caballería para todo. -Pues, ¿juré yo algo, por dicha? -respondió Sancho.

La estudianta es Inés, hija como usted sabe... dejémonos de misterios... hija de la buena pieza de mi parienta la condesa y de un estudiantillo llamado D. Luis. He querido sacar algún partido de esa infeliz; pero no es posible. Su liviana condición la hace incapaz de toda enmienda. Vale bien poco. ¿Es cierto que la sacó usted de casa? , señora. La saqué para llevarla al lado de su madre.

Rafaela creía en la propia contrición, en su horror al pecado y en su firme propósito de la enmienda que la movían a despedir a Arturito. Lejos, muy lejos de ella la idea de que Juan Maury diese o pudiese dar el menor impulso para aquel acto.

Cuando se le preguntaba si, como hombre religioso, no sentía remordimientos por este robo, decía que no, porque lo había hecho con reservas mentales y sentido un gran propósito de enmienda. Otros dos tipos curiosos teníamos en el barco: el médico Ewaldus Hollenkind, a quien nosotros llamábamos el doctor Cornelius, y el pequeño Tommy, el grumete.

Hay en la misma novena una CONSIDERACIÓN DE ESTE MARAVILLOSO FAVOR y es que, para conseguir la enmienda de nuestras vidas, a vista del favor con que amparaban Jesús, María y José a su devoto aunque tan rematado pecador, era necesario imitarle en su invocación tantas veces repetida en todos los días de maldad, "Jesús, María, José."

Mala muerte va usted á tener, condenado de Dios, si no se enmienda.» Y Torquemada arrojó sobre ella una mirada que resultaba enteramente amarilla, por ser en él de este color lo que en los demás humanos ojos es blanco, y le respondió de esta manera: «Yo hago lo que me da mi santísima gana, so mamarracho, vieja más vieja que la Biblia.

Palabra del Dia

lanterna

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