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Actualizado: 25 de junio de 2025
A lo que de él se sabe por don Claudio Fuertes, hay que añadir que era de regular estatura, moreno, enjuto, de ojos pequeños, pero listos, risueño de expresión, y de voz lenta y sin timbre alguno. Parecía algo socarrón, pero en realidad no lo era.
Don Mariano no pudo resistir a la tentación de hablar del ferrocarril de Nieva, y se acercó al teniente mostrándole por dónde iba el trazado de Sotolongo y explicándole ampliamente las ventajas que llevaba sobre el de Miramar. El piso estaba bastante más enjuto a causa de la pendiente, y la luna seguía desde lo alto esclareciendo la ruta, posando su dulce y tranquila mirada sobre los viajeros.
Maltrana le había sorprendido muchas veces con sus ropas de faena, un traje de pana manchado de barro, las abarcas y las polainas mojadas, y la boina con raspas secas y espinas de selvática vegetación. Era un hombre pequeño, enjuto, de nerviosa agilidad y ademanes resueltos. Tenía su cuerpo un balanceo semejante al temblor de un muelle bien templado próximo a dispararse.
Conténtate, Anselmo, y no quieras hacer más pruebas de las hechas; y, pues a pie enjuto has pasado el mar de las dificultades y sospechas que de las mujeres suelen y pueden tenerse, no quieras entrar de nuevo en el profundo piélago de nuevos inconvenientes, ni quieras hacer experiencia con otro piloto de la bondad y fortaleza del navío que el cielo te dio en suerte para que en él pasases la mar deste mundo, sino haz cuenta que estás ya en seguro puerto, y aférrate con las áncoras de la buena consideración, y déjate estar hasta que te vengan a pedir la deuda que no hay hidalguía humana que de pagarla se escuse.
Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos y adrede, por le hacer mal daño; si había piedras, por ellas; si lodo, por lo más alto. Que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame a mí de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía. Con esto siempre con el cabo alto del tiento me atentaba el colodrillo, el cual siempre traía lleno de tolondrones y pelado de sus manos.
Allí viene un cuerpo enjuto, una cara que no deja ver sino un bigote rubio, una perilla y un par de anteojos... Es un hombre que ha hecho soñar a todas las mujeres americanas con unas cuantas cuartetas vibrantes como la queja de Safo... es Rafael Pombo, y Camacho Roldán y Zapata, Manuel A. Caro y Silva, Carrasquilla y Marroquín, Salgar y Trujillo, Esguerra y Escobar... todo cuanto la ciudad encierra de ilustraciones en la política, las letras y las armas.
Don Rosendo subió al segundo cuerpo del paredón, y encontró allí ya a don Melchor de las Cuevas. Era éste un caballero alto, muy alto, enjuto, afeitado a la usanza de los marinos, esto es, dejando la barba por el cuello como una venda.
Enjuto, huesudo y fuerte, procuraba disimular su rudeza de hombre de pelea con una negligencia suave y perezosa. Los oficiales le trataban con gran respeto. Hartrott había hablado de él á su tío como de un gran artista, músico y poeta. El emperador era su amigo: se conocían desde la juventud.
La de Fernando permanecía en tal estado; y en cuanto a la de Manuel, se había mermado bastante. Fernando, el último de los hermanos y padre de Miguel, era un hombre de rostro enjuto y avinagrado, como D. Bernardo, cejas espesas y terribles bigotes.
¿Quién habrá escrito este registro? le interrogué. Blair no ha sido, eso es evidente. No fue su contestación. Ahora que legalmente le pertenece, por donación de nuestro amigo, y que ha conseguido descifrarlo, puedo, también, contarle algo más sobre eso. Sí, hágalo gritamos ansiosamente los dos. Bien entonces; voy a referir cómo fue explicó el enjuto anciano, apresando el tabaco en su larga pipa.
Palabra del Dia
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