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Actualizado: 25 de junio de 2025


La bolsita de gamuza, dentro de la cual estaba el documento u objeto, ha sido robada, y este hecho ha despertado nuestros recelos. El enjuto y grave empleado movió la cabeza muy dudosamente.

Tuve que confesar mi ignorancia al respecto, pero, en contestación a su pregunta, deploré el fin trágico e imprevisto de nuestro amigo, y le manifesté cómo había quedado en posesión del paquete de naipes, en los cuales estaba escrito el enigma cifrado. ¿Tiene usted una idea de lo que en realidad era su secreto? preguntó el viejo enjuto. Quiero decir, ¿sabe usted de dónde provenía su gran fortuna?

Era alto, enjuto de carnes, ágil y recio, con poquísimas canas aún, atusados y negros los bigotes y la barba, muy atildado y pulcro en toda su persona y traje, y con ojos zarcos, expresivos y grandes. No le faltaba ni muela ni diente, que los tenía sanos, firmes y muy blancos e iguales.

Pronto cayó Cornias en esta cuenta; y para salir del paso honradamente, despilfarrose un poco más, barajando de mala gana, a media voz y de medio lado, sin desatender su faena «una virada en redondo», «mucha trapisonda», «garranchos como arena» y «los rociones hasta la cara». Replicáronle que cómo pudieron empaparse los demás y quedar él tan enjuto como estaba a lo cual, y viéndose cogido por el medio, respondió que no había más, y que bastante era para lo poco que les había costado y lo menos que les importaba.

Hoy, en Alicante, cuando Azorín y Sarrió paseaban bajo las palmeras, frente al mar, se ha parado ante ellos un señor moreno y enjuto, de ancha perilla cana. Luego se ha dirigido a Azorín y le ha estrechado la mano con un apretón seco y nervioso. Yo quién es usted le decía y quiero tener el gusto de saludarle. Es usted uno de los hombres del porvenir... Azorín ha querido saber su nombre.

Las varas estaban ocupadas por un buey blanco, lustroso, con cuernos enormes y muy abiertos, un animal semejante á los que figuraban en las ceremonias religiosas de los antiguos. A su derecha iba enganchado un caballo, á su izquierda un asno grande y enjuto.

Unos eran respetados por su coraje, otros por su palabra oratoria, otros por su experiencia. El tío Correa, un vejete enjuto, descarnado, pero todavía fuerte á pesar de su edad, era el oráculo de los segadores españoles.

Esparcidos por el recinto, unos sentados, otros de hinojos, estaban: el maestro de escuela, que era un joven rubio afeminado, con traje de labrador en día de fiesta; el escribano del lugar, que trabajaba toda la semana en Lada y venía los sábados por la tarde a pasar el domingo con su familia; rostro enjuto, nariz aguileña, aspecto de raposo; cierto caballero llamado D. Jaime, hijo del pueblo, que había llegado recientemente de América: color de aceituna, ojos pequeños y hundidos, enfermo del hígado, de cuarenta y cinco a cincuenta años de edad; el sacristán y otras dos o tres personas, que por su aspecto representaban la transición entre el labrador y el caballero.

Torrebianca, de estatura mediana, más bien bajo que alto, y enjuto de carnes, guardaba una agilidad nerviosa gracias á sus aficiones deportivas, y especialmente al manejo de las armas, que había sido siempre la más predominante de sus aficiones; pero su rostro delataba una vejez prematura.

Y en esto yo siempre le llevaba por los peores caminos, y adrede, por le hacer mal y daño: si había piedras, por ellas, si lodo, por lo más alto; que aunque yo no iba por lo más enjuto, holgábame a de quebrar un ojo por quebrar dos al que ninguno tenía.

Palabra del Dia

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