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Actualizado: 16 de mayo de 2025
Hace un mes que está sucediendo esto. Por lo mismo, apostaría cualquier hacienda á que el conde está en Madrid y en su casa á estas horas. Pues eso es peor, mucho peor. Guardaráme más profundo la condesa. Ya encontraremos hurón que llegue hasta lo último de la madriguera. Paréceme que me engañas, Juara.
Quise facilitarla el camino adelantándome a ella. Te engañas, Amparo la dije yo no soy feliz, bajo el punto de vista que tú crees. ¡Oh! sí, sí; yo no me engaño me respondió. Pues te has estado engañando hasta ahora; por mejor decir, yo he sabido engañarte. ¡Tú! -Sí. ¡Cómo! Tú no has conocido mis celos. ¡Tus celos! ¡amas acaso! Sí, con toda mi alma, con toda mi fe, con todo mi entusiasmo.
En Junio, sí, bien me acuerdo, todo era te quiero y te adoro, y bastante que nos reíamos de la mona del Cielo, aunque siempre la teníamos por virtuosa. ¿Que es sagrada, dices?... ¿Entonces, para qué la engañas? ¡Sagrada! Ahora sales con eso. Cojo mi sombrero y no me vuelves a ver... Eso es que tú lo quieres hace tiempo. Estás buscando un motivo, y te agarras a lo que dije.
No me engaño con esa facilidad tuya, que cada año tienes una nueva ilusión y haces una nueva conquista. Pues yo prefiero engañarme y no engañar, como tan deslealmente engañas tú a Muñoz. En la primera ocasión, te lo juro, le pondré al corriente de la perversidad tuya; y esto lo haré no para vengarme sino porque a Muñoz no lo mereces. ¡Pero yo te lo regalo, Raquel! A mí no me interesa.
Si no puedes mantenerlas, cásate con una sola ó conténtate con tus esclavas .» Tambien te engañas si te figuras que el renombre y la gloria del marido pueden ennoblecer á la esposa sepultada en vida, y que el velo que ahora cubre mi semblante caerá con los años para otra cosa que para hacer manifiesto el rubor de mis megillas cuando mis hijos sean postergados á los de una advenediza preferida.
Te engañas cuando dices que a nada aspiras, que nada ambicionas. ¡No sospechas cuántos encantos y cuántas seducciones tiene la vida! «Perdóname, y no pienses mal de mí; serías injusto, y la injusticia no cabe ni cabrá nunca en un corazón tan noble y tan generoso como el tuyo.
Otra vez te he dicho, niña respondió el don Juan que había de ser Andrés Caballero , que en todo aciertas sino en el temor que tienes que no debo de ser muy verdadero; que en esto te engañas, sin alguna duda; la palabra que yo doy en el campo, la cumpliré en la ciudad y adonde quiera, sin serme pedida; pues no se puede preciar de caballero quien toca en el vicio de mentiroso.
Diga usted más bien Marcel Prevost... En cuanto a mí, te engañas seguramente, abuela. No, no, sé lo que me digo... Ya estás entusiasmada por las teorías de ese caballero... ¡Ah! qué jóvenes las actuales... ¡Ay! gimió la de Dumais a modo de aprobación. ¿Por qué educar a las jóvenes como se hace ahora? dijo la abuela con más energía.
Y ahora, confiésalo tú misma, niña continuó, ¿no te parece que hace bien, ante esta perspectiva, en quedarse a cubierto en el fondo de su nido calentito y en dejarme partir, puesto que no puedo traerle más que la desgracia? Se pasaba la mano por los cabellos yendo de un lado para otro en el cuarto como un animal perseguido. Roberto dije, te engañas a ti mismo.
Yo ni puedo, ni quiero, ni debo consentir extravagancias tan criminales. ¿No comprende esa mujer de Satanás que la educación que ha dado á su hija, que esos terrores que le ha infundido son como un veneno? ¿Quiere saciar el odio que me tiene, asesinando á su hija, porque también es mi hija? Comendador, ten sangre fría; mira que te engañas.
Palabra del Dia
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