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Actualizado: 16 de septiembre de 2025
Te engañas: ni en mi pecho tiembla el miedo, ni confiado en Dios te reto osado; y si el cuerpo abatido, por males y dolores combatido, la dulce paz de tu retiro anhela, el alma nó, que con distinta suerte, busca el cuerpo reposo, el alma vida, y reposo no más hay en la muerte. La frïaldad con que el sepulcro hiela no puede codiciarla quien ansioso busca luz y calor, lucha y victoria.
La ventajosa posicion de tu marido debe llenarte de orgullo, y cuando la edad te permita aparecer en público con el rostro descubierto, brillará en tus ojos la satisfaccion de ver honrados y aventajados á tus hijos. ¡Cuánto te engañas! Ahora que soy jóven nada me halaga, porque la riqueza de mi esposo solo sirve para dorar las prisiones en que vivo.
Ya me está dando a mí mala espina ese señor de Ponte, que es un viejo verde muy zorro y muy tuno. Tal para cual, pues también tú las matas callando... No pienses que me engañas, hipócrita... Al cabo de la vejez, te da por la disolución, y andas de picos pardos. ¡Qué cosas se ven, Señor, y a qué desarreglos arrastra el maldito vicio!... Te callas: luego es cierto.
Mañana, al rayar el dia, partirémos, madre mia. ¡Oh! ¿Qué dices? En su empeño, mi amor á la lid me envia. ¿No me engañas? ¿No es un sueño? Me tarda el tenerla mia; pero esta noche..... ¡Oh, señor! Ella en la reja me espera, piensa madre en su dolor, si escarneciendo su amor á hablar con ella no fuera por la sombra de un temor. ¡Oh! ¿Quién sabe?
Estos paños negros son en el mundo la bandera de la verdad y del bien; por eso la llevamos ceñida al cuerpo, para caer envueltos en ella. ¡Bonita frase! apúntala para otro sermón carlista. Lo que apuntaré en la memoria, es la infamia que por odio a mi clase cometes conmigo. Te engañas. Si hubieses querido ser mi hermano, no me acordara yo nunca de tu sotana.
Si la pobre inválida existiese para el sentimiento de lo que es, como existe para el sentimiento de lo que sufre, seguramente me hubiera afrentado. No, amiga mía, no: si otra cosa crees, te engañas: al menos, mi corazon me dice que te engañas. Todos somos hermanos, ante la religion que nos llama por boca de un viejo: más hermanos todavía, ante la sublime fraternidad de la desgracia y del dolor.
10 Entonces Dalila dijo a Sansón: He aquí tú me has engañado, y me has dicho mentiras: descúbreme, pues, ahora, yo te ruego, cómo podrás ser atado. 12 Y Dalila tomó cuerdas nuevas, y le ató con ellas, y le dijo: ¡Sansón, los filisteos sobre ti! Y los espías estaban en una cámara. 13 Y Dalila dijo a Sansón: Hasta ahora me engañas, y tratas conmigo con mentiras.
Tienes razón. Pero, dime: ¿serías el primero que sin poseer caudales se casaba con una rica? No. Pues ya lo ves. Sí, tía; pero no siempre en esos casos queda a salvo la dignidad. Te engañas: muchos pobres se han casado con ricas, y se han casado sin que su nombre pierda lo más mínimo.... Tal vez; pero la sociedad murmura.... Ya lo sé. ¿Crees tú que yo no sé los males que causa la murmuración?
Ya sé que le has dao una paliza gitana en la tienda de la Parra y luego la licencia absoluta. Te engañas, máscara. Se ha marchado ella por su gusto. ¡Ay, Velázquez, qué malo eres y qué traidor con las pobres mujeres!... Pero Dios te castigará algún día; no tiene remedio. Dame la mano, falso; voy á decirte la buenaventura. Tómala, niña, y hazlo vivito que se reúne mucha gente.
Gravemente te engañas si piensas que las musas se preocupan de la pobreza, y que se hallan bajo su dominio tesoros de riquezas como de facundia poética.
Palabra del Dia
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