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Actualizado: 12 de mayo de 2025


La duquesa se encogió de hombros, con muestras de grande impaciencia. Pues no dice eso el manifiesto que se negó a firmar Bravo Murillo dijo. Tampoco dice lo contrario. Entonces...

La Regenta se inclinó un instante para recoger una servilleta del suelo, y don Víctor hizo a Mesía una seña que quería decir claramente: Me estorba esa; si se fuera... hablaríamos. Mesía encogió los hombros. Cuando Ana levantó la cabeza sonriendo a don Álvaro, este, sin verlo Quintanar, apuntó a la puerta sin mover más que los ojos.

Hay presentimientos gritó la del Banco, que se disponía a narrar tres o cuatro adivinaciones suyas. Pero este tuvo la culpa.... Frígilis encogió los hombros y tomó el pulso a la enferma, que le apretó la mano, perdonándoselo todo. La verdad era que don Víctor había querido volver temprano... para no perder el teatro. Pero esto no se podía decir.

¿Qué te pasa? ¿qué es lo que tienes? Tristán se encogió de hombros sin responder, dio unos cuantos paseos por la estancia y al cabo como si hablara consigo mismo, más que dirigiéndose a su mujer: Nada, que jamás, ¡jamás! puede uno convencerse de todas veras de que los desengaños y sinsabores particulares de cada uno no son una excepción, y que la tristeza es la ley general de la vida.

Algo había en el tono de su voz, en el repentino estrabismo de sus pupilas, que en un momento disipó los vapores alcohólicos en la cabeza del coronel y encogió su gallarda figura. Me explicaré en cuatro palabras dijo moviendo la mano en ademán conciliador, me explicaré.

Ana encogió los hombros. «No entendía aquello.... ¡Escándalo! ¡Ella que en el teatro había llegado, de idea grande en idea grande, a sentir un entusiasmo artístico religioso que la había edificado!». Un enfermo que se me rebela... ¡ahí es nada!

Miguel se encogió de hombros, riose un poco de la gravedad con que Mendoza le decía todas aquellas cosas, y prometió ir a la Universidad y empezar a estudiar de firme. Después Brutandor le habló con rubor de ciertos apuros económicos que a la sazón padecía.

Osorio se encogió de hombros y respondió: Yo lo doy por visto. Ni uno ni otro se equivocaron. El duque ni les dió una peseta ni volvió a hablarles para nada de la herencia. Estaba muy cariñoso con ellos: les hacía comer muchos días en su casa, quejándose de su soledad; hasta les hablaba algunas veces de los negocios que tenía pendientes; pero nada de liquidar la parte que les correspondía.

El lego hacendero se encogió de hombros.

A este instante abatieron tienda, y con grandísimo ruido dejaron caer la entena de alto abajo. Pensó Sancho que el cielo se desencajaba de sus quicios y venía a dar sobre su cabeza; y, agobiándola, lleno de miedo, la puso entre las piernas. No las tuvo todas consigo don Quijote; que también se estremeció y encogió de hombros y perdió la color del rostro. La chusma izó la entena con la misma priesa y ruido que la habían amainado, y todo esto, callando, como si no tuvieran voz ni aliento. Hizo señal el cómitre que zarpasen el ferro, y, saltando en mitad de la crujía con el corbacho o rebenque, comenzó a mosquear las espaldas de la chusma, y a largarse poco a poco a la mar. Cuando Sancho vio a una moverse tantos pies colorados, que tales pensó él que eran los remos, dijo entre :

Palabra del Dia

bagani

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