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Actualizado: 24 de junio de 2025


Volvía después de amanecer, y por la tarde con el bocado en la boca, como ella decía, emprendía de nuevo el camino de la casa azul apresuradamente, como si le faltase el tiempo para ver a aquella condenada. La misma fiebre de su padre, el mismo ardor loco que consumiría rápidamente su cuerpo.

Mi tío estaba completamente sometido; en lo único en que era incorregible era, como ya lo he dicho, en materias de amor, y por esta causa se daban los más famosos combates íntimos que tenían lugar. ¿Combates?... digo mal; mi tío no combatía nunca; se entregaba por completo, rendido a discreción, y mi tía emprendía la terrible ejecución del marido infiel.

Todos los años, en un carruaje como aquél, emprendía la familia de Febrer su viaje a Sóller, donde poseía una antigua casa, de amplio zaguán, la casa de la Luna, llamada así por un hemisferio de piedra con ojos y nariz que adornaba lo alto del portalón, representando al astro de la noche. Era siempre a principios de Mayo.

En aquel hogar rancio y ridículo yo me había formado sin grandes afecciones; había crecido lentamente como una planta exótica al lado de mi pobre tío, que sin duda me quería, y que, no sabiéndose defender a mismo de su terrible compañera, se guardaba por su parte muy bien de protegerme cuando la brava señora la emprendía conmigo.

Ahora emprendía viajes caprichosos; navegaba de un hemisferio á otro por el placer de visitar una pequeña isla que había visto descrita en los libros, una de esas islas perdidas en el Pacífico, y tan exiguas, que aparecen en las cartas como un simple punto á continuación de su largo nombre trazado sobre la superficie pintada de azul.

Buen mozo decía de él , buen caballero, pero igual casi a los liberales. ¡Ay, la vida en tierra extranjera! ¡Cómo cambia a los hombres!... ¡Qué pecados!... Ahora su entusiasmo era sólo por Dios, y su dinero emprendía el camino de Roma. Una suprema ilusión animaba su existencia. ¿No le enviaría antes de morir la «Rosa de Oro» el Santo Padre?

Entonces Ester se veía obligada á arrojarse sobre la niña, á perseguirla en la carrera que invariablemente emprendía el pequeño duende, y á estrecharla contra el seno cubriéndola de besos y caricias, no tanto por un efecto de excesivo amor, sino para cerciorarse de que era la misma Perla en carne y hueso, y no una forma completamente ilusoria.

Manifestó gran alarma por el estado de la salud de su pastor, y también grandes deseos de probar si podía curarle, y no desesperaba de conseguirlo si se emprendía la obra en tiempo. Los funcionarios de la iglesia del Sr.

Veía la guerra entera á través de la Legión. Todos los franceses eran valerosos. Además, nadie podía adivinar por dónde atacaría el enemigo, y allí donde emprendía la ofensiva encontraba quien le hiciese frente, cortándole el paso. ¡Pero la Legión extranjera!...

Y emprendía el viaje de París a Sevilla, pensando con orgullo en su padre y sus abuelos, que habían sido capitanes de los «judíos» de la Macarena, y en él mismo, que proporcionaba nueva gloria a esta herencia de los antepasados. En un sorteo de la Lotería Nacional había ganado diez mil pesetas, y toda la cantidad por entero la dedicó a un «uniforme» digno de su graduación.

Palabra del Dia

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