Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !

Actualizado: 4 de junio de 2025


En la tertulia de don Eugenio se hablaba de Martínez de la Rosa y de su malogrado Estatuto; había quien audazmente elogiaba a Mendizábal y pedía el restablecimiento de la Constitución del 12; se gastaban bromitas contra los «serviles», sin faltar a la decencia; se comenzaba a decir con expresión respetuosa «don Baldomero» cada vez que se nombraba al general Espartero, y todos callaban para escuchar religiosamente a don Lucas, el beneficiado de San Juan, un cura que el 23 había emigrado a Londres por liberal, y que pronunciaba conmovedores discursos hablando del pobre Riego, a quien comparaba con Bravo, Padilla y Maldonado.

Declaro que mi carácter, que no brilla por la cuerda heroica, está de acuerdo con esta moral fácil y dulce. Pero con todo, le daba por los héroes; los admiraba, los elogiaba y los amaba tanto más cuanto que indudablemente sentía que dado el caso, era incapaz de imitarlos. En cuanto a mi, yo no dividía ni sus gustos, ni sus admiraciones.

Visita era amiga de Ana desde que esta había venido a Vetusta con su tía doña Anunciación y con Ripamilán, el hoy Arcipreste. Admiraba a su amiguita, elogiaba su hermosura y su virtud; pero la hermosura la molestaba como a todas, y la virtud la volvía loca. Quería ver aquel armiño en el lodo. La aburría tanta alabanza.

Como el doctor tenía su casa en la calle del Arenal, poco trecho había que recorrer. Los oscuros cristales de unas gafas oftálmicas, amén de una gran visera verde, resguardaban sus ojos de la luz, Golfín, siempre amabilísimo con el recomendado de Su Majestad, le despachaba pronto. Estaba muy satisfecho de su cura, y elogiaba la excelente naturaleza del enfermo, vencedora del mal en pocas semanas.

Allí se juzgaba a los hombres y los sucesos del día, pero sin apasionamiento; se condenaba, sin ofenderle, a todo innovador, al que había hecho algo que saliese de lo ordinario. Se elogiaba, sin gran entusiasmo, a los ciudadanos que sabían ser comedidos, corteses e incapaces de exagerar cosa alguna. Antes mentir que exagerar.

Sin advertir nada, Maximiliano elogiaba el perfecto condimento del arroz; pero ella se calló, echando para adentro, con las primeras cucharadas, aquel fárrago amargo que se le quería salir del corazón.

Literatura «profunda», de la que a él le placía; estudios serios y concienzudos. El amaba lo concienzudo, lo serio... Maltrana sentíase transfigurado, próximo a elevarse sobre el suelo con la hinchazón de la alegría, al oír que alguien elogiaba sus artículos y que este alguien era un señor que el día menos pensado llegaría a ministro.

Liette dejó ver una sonrisa de aprobación; le gustaba la delicadeza del joven y la elogiaba. Raúl dejó a las dos señoras en la «Brecha de los Ingleses» y les pidió permiso para ir a mudarse de traje mientras ellas oían la música, prometiendo venir a buscarlas a las cinco para ir a acompañarlas a su casa.

El sol soslayaba la tierra con rayos tibios, como el suave calor de un incendio que se inicia; pero que anunciaban para más tarde la alta temperatura propia de la estación y de un día sin nubes que la aplacaran. Comprendiéndolo así, Baldomero contestó al saludo de Melchor, que elogiaba la mañana, diciéndole: Ahora está lindo; pero «hoy va a cantar la chicharra», ¿y esos hombres?...

Aquella mujer la suponía en amores con Pepe, y lejos de mostrarla enojo, la recibía bien; hasta elogiaba su hermosura...; hablaba de otro hombre y decía orgullosamente mi Millán. ¿Qué era aquello? No se esté Vd. aquí, señorita, que se le van a manchar las naguas... Paz careció de sangre fría para marcharse sin salir de dudas: su calma no podía confundirse con la indiferencia.

Palabra del Dia

consolándole

Otros Mirando