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Actualizado: 21 de mayo de 2025
Este gran escritor norteamericano ha sido ya traducido á todos los idiomas, alcanzando millones de ejemplares sus ediciones en todo el mundo. Nadie le ha aventajado en la novela de aventuras. Buscadores de oro, piratas, aventureros, indios, los más diversos tipos sou los protagonistas de las novelas de London, que hacen desfilar ante los ojos del lector un mundo completamente nuevo.
Aquella ventana donde se asomaba segun nos refiere el mismo santo la venerable abadesa Isabel en el monasterio Tabanense para avisar la llegada de nuevos huéspedes ó peregrinos, podria ser quizás un ajimez con su esbelta columnilla de jaspe y sus dos arcos á la manera sarracena, puesto que consta por las muchas reminiscencias arábigas con que los religiosos prófugos de Córdoba matizaron y embellecieron la severa arquitectura de Asturias y Leon, que no repugnaban los ejemplares monges mozárabes, racionales en todo, las novedades que con ventaja para el arte y sin significacion alguna moral habian introducido sus dominadores.
Si se descuida se le lanza de vez en cuando un par de miradas terribles, como diciendo al público: ¡Ven ustedes qué hombre! Esto es; de modo que el apuntador vaya tirando del papel como de una carreta, y sacándole a usted la relación del cuerpo como una cinta. De esa manera, y hablando él altito, tiene el público, el placer de oír a un mismo tiempo dos ejemplares de un mismo papel.
Entendidos de este modo, los más audaces raptos líricos son ejemplares y moralizadores: pueden servir y sirven de escarmiento. Carlos Baudelaire es, sin duda, uno de los más endiablados poetas que en estos últimos tiempos ha nacido de madre. En cuerpo y alma, y sin la menor reserva, se entrega al demonio. Le reza muy devotas letanías y le pide favor y auxilio.
Llevome en seguida a una librería, después de haberme confesado que había publicado un folleto, llevado del mal ejemplo. Preguntó cuántos ejemplares se habían vendido de su peregrino folleto, y el librero respondió: Ni uno. ¿Lo ve usted, Fígaro? me dijo: ¿lo ve usted? En este país no se puede escribir. En España no se puede escribir. En París hubiera vendido diez ediciones.
La humanidad es una misma edición; sólo varían las cubiertas; unos cuantos ejemplares de lujo y los demás a la rústica; pero el contenido es igual. Luego toco un poco el piano. Y aquí viene una escena que quiero contarte. Ya sabes que Ricardo tiene una voz de tenor muy fuerte, pero muy desafinada, porque carece de buen oído para la música.
En verdad que era digna de examen aquella nariz. Un geólogo hubiese encontrado en ella ejemplares de todos los terrenos volcánicos. ¡Ca, no señor, no es raro! El señor cura tuvo cuidado de decirme: Mira, mi sobrino viene muy delicadito, casi hético el pobrecito; de modo que no te será difícil conocerlo... Y efectivamente... No dijo más porque comprendió que no debía decirlo.
Cristeta vendía con amabilidad, sin hablar más de lo necesario; y en cuanto despachaba lo que le pedían, se ponía a leer, apoyada de codos en el mostrador, siendo su lectura favorita la de dramas y comedias. Apenas se estrenaba en cualquier teatro una obra, ya la tenía entre las manos: y como los ejemplares cuestan dinero y ella no lo gastaba, claro está que alguien se los prestaba.
El insigne periodista Miguel Moya la publicó en el folletón de El Liberal, y luego empezó á remontarse, de edición en edición, hasta alcanzar su cifra actual de 100.000 ejemplares, legales. Digo «legales» porque en América se han hecho numerosas ediciones de esta obra sin mi permiso. Á la traducción francesa siguieron otras y otras, en todos los idiomas de Europa.
Las operaciones de las tropas del vireinato de Buenos Aires nos darán ocasiones de referir otros ejemplares de esta naturaleza, que comprobarán ha sido milagrosa la pacificacion de estos reinos, y que la mano poderosa del Dios de los ejércitos quiso conservarlos bajo el suave dominio de nuestro augusto Monarca, D. Carlos III, el cristiano, el justo, el magnánimo y el mas clemente de los Soberanos.
Palabra del Dia
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