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Actualizado: 14 de julio de 2025


No bien la Sra. de Pinto presentó o mejor diremos representó al Vizconde a la Sra. de Figueredo, ésta le recibió con efusión vivísima y con la alegría franca y cordial de quien vuelve a ver, después de cerca de veinte años de ausencia, a un bueno y cariñoso amigo.

Un poco asustada, la nena besó también a su madre, sin efusión de cariño, y como besan a cualquier persona los chicos obedientes, cuando se lo manda la maestra. «¡Ay, qué mala he sido! exclamó la enferma, también sin efusión, como quien cumple un trámite... . Niña de mi alma, bien haces en querer a la señorita más que a , porque yo he sido más mala que arrancada, ¡re...!». Atravesósele el vocablo, y ella hizo como que escupía algo.

aquí el ridículo; práctica este ridículo, no sólo con formalidad, sino con ahínco, con efusion, con la efusion ardiente y generosa del que trabaja, para satisfacer las inspiraciones de su genio. Antes que ridículo, el pueblo francés es voluble. Aquí encuentro yo el carácter radical; todo lo demás es derivacion, corrientes de este manantial oculto, gestos de este rostro escondido.

Entre paréntesis, sería de desear que las mujeres pudiesen asistir secretamente una vez en su vida á una de esas conversaciones que tienen lugar entre hombres en la primera efusión que sigue á una abundante comida; allí hallarían la medida exacta de la delicadeza de nuestras costumbres y de la confianza que ella debe inspirarlas.

Al fin se nublaron de lágrimas, y exclamó: ¡Te creo, hija mía, te creo!... ¡Ah, no sabes el bien que me haces! Al mismo tiempo se apoderó de sus manos y las besó con efusión. Clementina dió un grito de vergüenza. ¡Oh, no, no, mamá!... yo soy quien debo.... Y le echó los brazos al cuello con ternura. Quedaron largo rato abrazadas, llorando silenciosamente.

Cuando hubieron convenido el asunto del viaje, Clara salió un instante a prevenir a Visita de lo que ocurría. No tardó en presentarse de nuevo con ésta. La ciega echó los brazos al cuello a Elena y la besó con la misma efusión que antes.

Hemos recogido no pocas vacas y cabras en las cercanías, y será preciso batirse para que lleguen sanas y salvas a la ciudad. Hasta la vista, madre mía, mi querida Luisa, papá Juan Claudio; abrazo a todos con efusión, como si les tuviera entre mis brazosAl acabar la lectura, Catalina Lefèvre se enterneció. ¡Qué buen muchacho! exclamó la anciana ; no atiende mas que a su deber.

¿Sólo para eso? repitió la de Ribert mirándome con atención. ¿Está usted segura de su imaginación y de su corazón, Magdalena?... No comprendo exclamé estupefacta. La de Ribert me besó con efusión por toda respuesta. Decididamente, cada vez comprendo menos... 1.º de enero 1904. El mes de enero ha hecho su aparición esta mañana. La abuela está desolada.

Déjeme usted decirle ante todo que, hace un momento, cuando acababa yo de escribir, ha llegado Máximo. ¡Qué placer el volverlo a ver! Me ha dado las dos manos con efusión, y después, vuelto ya mi padre, se ha dirigido exclusivamente a él para contarle el éxito de sus conferencias y todos los detalles del viaje.

»Carlos, con toda la efusión y el calor de una verdadera amistad, combatió semejante proyecto; pero Teobaldo rechazaba todas sus objeciones con la calma y sangre fría de un hombre cuya resolución es inquebrantable; pero como nosotros insistiésemos, exclamó: »¿Dirán ustedes, acaso, que no tomo ese partido por ambición? Carlos, ¿no soñaste que yo llegaría a las primeras dignidades de la Iglesia?

Palabra del Dia

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