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Actualizado: 25 de junio de 2025
Las once grandes puertas que conducen del patio á la mezquita estan abiertas: son once soberbios arcos ultra-semicirculares y dobles, todos en fila, sostenidos en esbeltas columnas de mármol que de cuatro en cuatro rodean á los recios machos de piedra en que se afirman, como lindas esclavas gemelas que dando la espalda al magestuoso diseño, se enlazan entre sí volteando dobles guirnaldas . Estas once puertas muestran á los que cruzan el atrio el interior del templo como en combustion, y á los que ocupan el templo les descubren los jardines del suspirado Eden, donde bullen las aguas y los rayos del sol por entre las verdes ramas cuajadas de pomas de oro.
Que á cada hoja del álbum de tu vida Que desdoble la mano del destino, Al seguir los inviernos su camino Las primaveras queden en tu sien; Y así, que en cada año que transcurra Añadas una flor á tu guirnalda, Y que cruzando prados de esmeralda Llegues hasta las puertas del Eden. AL PRIMOG
Así el hombre mezclado á la danza De las horas con paso ligero, Mira el rostro radiante ó severo Que entristece ó que llena de amor. Mas veo que mi alma su vuelo levanta! Reclina en mis hombros tu cándida sien, Que el círculo breve que ocupe tu planta Será mi universo, mi mágico Edén.
»Hoy le he visto venir tan regocijado que me privé de entrar en la habitación de mi hija para no obligarles a que se hiciesen violencia delante de mí. »¡Ah! Son tan escasos en la vida estos momentos que, como dicen muy bien los italianos, es un crimen ponerles tasa cuando se tiene la dicha de disfrutarlos. »Unos minutos después paseaban los dos por el jardín. Este es su edén.
Pasaron, y con ellos tus zambras, tus cantares, tus damas, escondidas en el celoso haren, de encantos y proezas tus cuentos singulares, tus amorosas pláticas en rejas y alfeizares, y en la callada noche los sueños de tu eden.
No te hablo á tí, Versalles de otros siglos, eden donde han llorado tantos ojos: no te hablo á tí, gran fantasma de mármol, en que yo leo con ojos inflamados lamentos y amonestaciones de la historia. Hablo á tres hombres que crearon á Versalles, sacrificando para ello á la Francia, y que son superiores á otros hombres que sacrificaron la Francia y que no crearon á Versalles.
» Quiero decir que para nosotros sería Italia un edén en donde yo repetiría contigo las palabras de Mignon: Sí, aquí debemos amar; aquí debemos vivir, a no ser por una cosa que llenará de turbación nuestra, existencia e infundirá tristeza a nuestro cariño. » ¿Qué cosa es esa? » No oso decírtela, Magdalena. » Pues, quiero que me la digas. Habla.
La herencia mora que llevaba en su carácter melancólico y soñador, le hacía lamentar contrariando sus creencias religiosas la triste suerte de los creadores de aquel edén.
Vibrará su cristal una voz de mujer como un ¡ay! de pasión o un suspiro de Abril, y el poeta alzará, fresca, gaya y gentil, su canción al amor, a la vida, al placer, y entre todos harán un edén del pensil.
Adios, Patria adorada, region del sol querida, Perla del Mar de Oriente, nuestro perdido Eden! A darte voy alegre la triste mustia vida, Y fuera más brillante más fresca, más florida, Tambien por tí la diera, la diera por tu bien.
Palabra del Dia
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