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Actualizado: 16 de julio de 2025
Entonces, viendo el canónigo que no había arreglo y que el conde estaba en lo firme, se fué más que de prisa á su casa y entregó corrido y despechado los cien ducados á los criados del Asistente, el cual con toda formalidad dió la cantidad á la seducida moza.
En estos pasos estaban, cuando la superchería fué descubierta y condenadas más tarde... ¡Los 100 ducados del dote se convirtieron en 100 azotes y en pasar la vergüenza de la exhibición, si es que las dos mozas la tenían!
Retiróse Tomás, y escribió la oración, y tuvo lugar de dársela a Costanza sin que nadie lo viese, y ella, con mucho gusto y más devoción, se entró en un aposento a solas, y abriendo el papel, vió que decía desta manera: "Señora de mi alma: Yo soy un caballero natural de Burgos; si alcanzo de días a mi padre, heredo un mayorazgo de seis mil ducados de renta.
Corrales asegura que en una historia de la jornada que D. Álvaro escribía en la torre, auxiliado de este capellán, llamado Carnero, tenía puesto que le ofrecieron el gobierno de Egipto con 50.000 ducados de salario, si renegaba de la fe cristiana. Créaselo quien quisiere, añadía.
II de nuestro «Diccionario de artífices sevillanos.» Gaspar de Porras, autor de comedias, recibio 300 ducados por los dos carros de representaciones La encomienda del hombre y Los locos; 10 de Junio del año citado y Juan de Madrid autor, de danzas sacó la de El robo de Elena, 9 de Julio del mismo año .
¡Dejaros! ¡dejárame yo primero las antiparras, sin las cuales soy hombre muerto! ¡buena cuenta daría yo al duque de Osuna! llévoos conmigo, y por lo tanto, os dije que cartas eran vanas; que la mejor carta para el duque, lo serán sus hijos: asunto es no más que de algunos cientos de ducados y de camisas limpias.
No debió la sirvienta ser muy sorda á las proposiciones del de los hábitos, por cuanto éste prometióle, en ciertas entrevistas, que si se ablandaba le daría cien ducados y le proporcionaría un marido que ni de perlas.
Hideputa bellaco, pintor del mesmo demonio, ¿y a estas horas te vienes a pedirme seiscientos ducados?; y ¿dónde los tengo yo, hediondo?; y ¿por qué te los había de dar, aunque los tuviera, socarrón y mentecato?; y ¿qué se me da a mí de Miguel Turra, ni de todo el linaje de los Perlerines? ¡Va de mí, digo; si no, por vida del duque mi señor, que haga lo que tengo dicho!
Entonces ella, viéndose en peligro, contó de pé á pá al conde su historia con el canónigo, su nombre y señas, y las de las señoras á quienes servía y en dónde tenía su vivienda, sin olvidar en modo alguno de repetir lo de los doscientos ducados prometidos y pintar con negros colores la situación en que se encontraba.
Como que de la multa de diez ducados que nos sacan, dan dos al acusador; y están los tiempos tan malos... las gentes dan en la tentación... ¡si se llevaran quince millones de demonios al duque de Lerma!... Cuando el hostelero se atrevió á decir estas palabras, había ya cerrado la puerta y estaba bien adentro de su casa.
Palabra del Dia
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