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Desempeñaba á veces el papel de dragón en las comedias de santos; otras veces el de muerto en las piezas trágicas; luego hacía de bailarín, etc. Joco-Seria, Burlas veras ó Reprehension moral y festiva de los desordenes publicos en doce entremeses representados y veinte y cuatro cantados.

El tiempo que tardaba en presentarse estábase ella inclinada sobre el pilón, palpitante, muda, haciendo un embudo al oído con la diestra. Ya viene: lo he sentido, ya silbó decía Lucía como si de algún dragón se tratase. Verás cómo no viene por cinco minutos respondía con seguridad Pilar. Te digo que , mujer... si ya borbotea. ¿A ver? No, no. Es el ruido del viento que sacude los arbustos.

El coronel, tan galante en el Casino, tan besador de manos, se mostraba intratable, como un dragón guardador de tesoros, cuando le proponían una visita, aunque sólo fuese á los jardines. Sin permiso del príncipe nadie franqueaba la verja. Y al llegar de París, ni siquiera me he aproximado á tu propiedad. Me dabas miedo. ¡Si hubieses podido ver qué aire de salvaje tenías la otra tarde!

De repente pasaba rozándose casi un tren en sentido contrario que, como un dragon enfurecido, lanzaba su aliento de fuego y de vapor para desaparecer al mismo instante. Nada mas fantástico que uno de esos cruzamientos de trenes, sobre todo bajo la bóveda sombría de un túnel, donde el silbido de la locomotiva parece un grito de muerte ó de agonía suprema.

Un hombre de pasiones y de imaginación no puede resignarse con la pobreza o con un pasar ramplón y cotidiano. Hay que ahuyentar al lívido y desarrapado espectro de la necesidad. Hay que buscar la llave mágica que abre los tesoros de la vida: la espada bruja que decapite al dragón de la miseria. Y este talismán impreciado es el oro.

A este muchacho se lo habían encontrado en El Dragón un día a bordo, al pasar por Santa Elena. ¿De dónde era? ¿De dónde venía? Nadie se lo preguntó. Dijo llamarse Tom, y como era pequeño, todo el mundo empezó a decirle Tommy.

Ven, dulce mañana mía; Ven, mi luz, no te detengas; No me coja eterna noche Antes que me amanezcas. Abrense los muros de la cárcel: preséntase la Santa Virgen hollando al Dragón con sus pies, y deja caer dulces palabras en el alma del cautivo, que entonces duerme tranquilo. Mientras tanto desciende del cielo por una escala el Amor divino, y le anuncia que ha llegado la hora de la Redención.

Al día siguiente el vómito negro se desarrolló en El Dragón con una gran violencia; uno de los marineros holandeses, Stass, atacado por la fiebre, se levantó de la cama delirando, y, después de cantar una extraña canción, se tiró al mar. El teniente hizo que toda la tripulación sana se alejara en la parte de la popa, y convirtió el castillo de proa en enfermería.

Aquí pudimos reponernos, y cuando la tripulación ya se encontró con fuerzas, nos pusimos en derrota, camino de Europa. A la altura de San Vicente, un barco de guerra inglés nos dió caza dos veces, y a la última nos destrozó la arboladura de El Dragón a cañonazos.

Señor cura dijo pocas horas después al párroco, yo no puedo casarme con aquélla, porque esta noche soñé que era un dragón y que me comía. Puede creerme, que lo soñé. No me admiro de eso respondió el párroco reposadamente. El caso es que tengo hecho voto. ¿Á V. qué le parece? Si le regalo la mitad de mi caudal á esa fiera, ¿quedaré libre?