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Actualizado: 5 de junio de 2025
Pero consuélennos de su falta la siguiente cántiga de Pero Ferrus para los rabíes de Alcalá, i la respuesta de los rabíes de Alcalá á Pero Ferrus. =Cántiga.= Con tristeza é con enojos que tengo de mi fortuna non pueden dormir mis ojos de veinte noches la una. Mas desque á Alcalá llegué, luego dormí é folgué como los niños en cuna.
Sé que entré, sé que caí en la cama, sé que dormí, y ahora me encuentro con esta impresión espantosa en mi cerebro. ¿Es verdad que les he visto, al infame y a ella, o lo he soñado? Que yo he tenido un sopor breve y profundo, es indudable... Pues ya voy creyendo que ha sido sueño... Sí; sueño ha sido... Aurora es honrada.
Lleva el traje nuevo. El señor don Matías Cepeda era el socio principal de la Sociedad naviera Vasco-Andaluza, Cepeda y Compañía, propietaria de la fragata que mandaba don Ciriaco y de otros muchos buques. Fuimos al barco, dormí yo en mi camarote y por la mañana me despertaron dos golpes en la puerta. ¡Eh, Shanti! me dijo don Ciriaco , ya es hora. Duermes como un lirón.
Y cuando daba vueltas á su imaginación, se acordó de la señora María Suárez, la insigne esposa del bravo escudero Melchor Argote. ¡Ah! dijo el joven la casa donde dormí anteanoche... paréceme aquella mujer á propósito para cualquier cosa. ¿Pero podré yo dar con la casa?... Y se puso en busca, y al fin, como la suerte le protegía, pudo reconocer la calle y la casa á las pocas vueltas.
El tiempo, la ocasion, el oportuno Lugar correspondian al efeto, Juntos y por sí solo cada uno. Dos horas dormí, y mas á lo discreto, Sin que imaginaciones ni vapores El celebro tuviesen inquieto. La suelta fantasia entre mil flores Me puso de un pradillo, que exhalaba De Pancaya y Sabea los olores.
Yo fuí para la desdichada madre de aquella niña un hermano: comí pan seco y duro, dormí sobre el suelo, anduve sin capa en el invierno, viví en una calurosa buharda en el verano, llevé mi ración entera, y mi soldada entera de bufón, á aquella pobre madre abandonada, y cuando poco después murió, empeñé mi soldada por muchos meses para comprarla un nicho en el panteón de la parroquia, donde durmiese tranquila.
Por manera que a la tarde ellos volvieron; mas fué tarde. Yo les dije que aún no era venido. Venida la noche y él no, yo hube miedo de quedar en casa solo y fuíme a las vecinas y contéles el caso y allí dormí. Venida la mañana, los acreedores vuelven y preguntan por el vecino; mas, a estotra puerta. Las mujeres les responden: "Veis aquí su mozo y la llave de la puerta."
Las ruedas y frenos gruñían; pero conforme se cerraban mis ojos, encontraba yo en su ruido nuevas modulaciones, y tan pronto me creía mecido por las olas como me imaginaba que había retrocedido hasta la niñez y me arrullaba una nodriza de bronca voz. Pensando en tales tonterías me dormí, oyendo siempre el mismo estrépito y sin que el tren se detuviera. Una impresión de frescura me despertó.
En fin, hacia la media noche, me invadió una somnolencia irresistible y me dormí con la frente apoyada sobre la mano. Repentinamente fuí despertado por no sé qué lúgubres estremecimientos; levanté los ojos y sentí pasar un escalofrío por la médula de mis huesos.
Pero él... ¡Dios mío! lo digo al sacerdote y al desgraciado... él, fray Luis, me ha hecho espantarme de mí misma... porque... anoche... no dormí... su recuerdo tenaz, continuo, embriagador... acompañado de no sé qué esperanzas, de no sé qué temores, me desvelaba... todavía no he dormido... me pesa la cabeza, me duelen los ojos... no sé, no sé por qué le amo tanto... porque le amo, no os lo quiero negar.
Palabra del Dia
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