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Actualizado: 27 de junio de 2025


El indio le contó que un año habia Que andaba á Liropeya tan rendido, Que libertad ni seso no tenia, Y que le ha la doncella prometido, Que si cinco caciques le vencia, Que al punto será luego su marido. El tener de español una centella No quiere, por quedar con la doncella.

Pero, apenas llegó a la puerta, cuando don Quijote la sintió, y, sentándose en la cama, a pesar de sus bizmas y con dolor de sus costillas, tendió los brazos para recebir a su fermosa doncella.

Estaba Paz sola en su cuarto, tristemente impresionada con la despedida de por la mañana, todavía en ropas de levantar, sin gusto para engalanarse, descuidado el vestir y no muy enjutos los ojos, cuando entró la doncella diciendo que un sacerdote deseaba hablar a la señorita.

Es María, la cándida doncella, orgullo de Sión, la que escogida fué del Señor para encarnar en ella, La que de Sol vestida con sus divinos pies los astros huella. La matrona valiente que de la astuta y pérfida serpiente quebrantó la cabeza con su planta, es la Madre de un Dios omnipotente a quien absorto el Universo canta.

Beppa la doncella, escuchábala atenta para comprender todas las palabras, con una admiración respetuosa de muchacha de la campiña romana familiarizada con la devoción desde sus primeros años. En el otro banco estaban Leonora y Rafael.

Dos rosas asomaban sobre sus orejas, y bajo el ala de su fieltro, echado atrás y adornado con una cinta a flores, escapábanse en rizado flequillo las ondulaciones de su cabello, lustroso de pomada. Febrer, viendo estos adornos casi femeniles, sus grandes ojos y su pálida tez, lo comparó a una doncella exangüe de las que idealiza el arte moderno.

¡Dios mío, del hospicio!... Era horrible pensarlo. ¡Y ella que adoraba á aquellos padres!... ¡Y ella que era tan orgullosa!... ¿Qué diría Nolo cuando llegase á saberlo? Por supuesto la dejaría, porque un mozo tan galán y tan rico no podía en ley de Dios casarse con una pobrecita hospiciana... Aquí los sollozos ahogaron á la cándida doncella.

Pasó bien media hora antes de que el embozado saliese, y cuando Cervantes le hubo visto, metiose por una callejuela inmediata, volviose al figón, y púsose delante de la tía Zarandaja, que se turbó, y por encubrir su turbación le dijo: Bien se os conoce que sois honrado, y que tenéis conciencia, y que no habéis querido dejar de pagarme la buena taza de caldo con vino trasañejo de Montilla, que se tomó aquella desventurada doncella con quien primero vinisteis.

Evangelina tuvo así motivo para encontrarse frecuentemente en palacio en sociedad con el capitán de gentileshombres, que a fuer de galante no desperdició coyuntura para hacer su corte a la doncella; la que al fin, sin confesar la inclinación amorosa que el hidalgo extremeño había sabido hacer brotar en su pecho, escuchó con secreta complacencia la propuesta de matrimonio con don Fernando.

Pero pasadas las primeras semanas se notó la influencia de Roger, de su paciencia y dignidad inalterables, en la conducta de la noble doncella. Comprendía que la rectitud y la elevación de ideas de Roger eran un ejemplo admirable y apreciaba los altos méritos del apuesto escudero.

Palabra del Dia

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