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Y, sin embargo, además de que se aquieta y satisface la curiosidad con saber las cosas antiguas, el recordarlas ó el saberlas mejor, cuando nos las explica un varón docto y discreto, nos sugiere multitud de pensamientos y nos excita á proponer, ya que no á resolver, dudas, enigmas y problemas que tienen aplicación inmediata á las cosas de ahora.

Hase de confesar que los demas eran por lo menós tan desventurados como él; pero Candido esperaba que con el docto se aburriria ménos en el viage. Todos sus competidores se quejáron de la injusticia manifiesta de Candido; mas este los calmó repartiendo cien duros á cada uno. De lo que sucedió á Candido y á Martin durante la navegacion.

Fué dulce y sonoro en el verso, sublime y elegante en la locución, docto y ardiente en la frase, grave y fecundo en la sentencia, templado y propio en la traslación, agudo y primoroso en la idea, amoroso y persuasivo en la inventiva singular, y eterno en la fama. Como ejemplo de una crítica coetánea encomiástica, copiamos aquí también los siguientes párrafos de un escrito del Dr.

Embarcóse pues para Burdeos con Candido el docto anciano, cuyo nombre era Martin. Ambos habian visto y habian padecido mucho; y aun quando el navío hubiera ido de Surinam al Japon por el cabo de Buena Esperanza, no les hubiera en todo el viage faltado materia para discurrir acerca del mal físico y el mal moral.

D. Manuel Góngora y Martínez refiere en sus Antigüedades prehistóricas de Andalucía, que en varias cuevas llamadas de letreros, los hay al parecer ininteligibles y en abundancia. Ahora bien; yo tengo un amigo muy docto que trabaja con éxito en descifrar dichos letreros, eclipsando la gloriado Champollión.

El muy docto Lartaun ha venido Del Cuzco, y de Quito el sábio Peña; De Santiago de Chile, uno nacido En Medellin, lugar, tierra estremeña. El grave San Miguel, muy entendido, De la rica imperial ciudad Chilena; De Tucuman, Victoria lusitano, A quien fortuna dió en breve su mano.

Bien quisiera, lector, que pensáramos a dúo y que mi conciencia hallase siempre eco en la tuya: si por torpe desespero de lograrlo, por sincero creo merecerlo. No busques en mis cuentos y novelas lección ni enseñanza: quédese el adoctrinar para el docto, como el moralizar para el virtuoso: sólo tienes que agradecerme el empeño que puse en divertir y acortar tus horas de aburrimiento y tristeza.

Ha habido muchos que, por no haber sabido templar ni mezclar a propósito lo útil con lo dulce, han dado con todo su molesto trabajo en tierra, pues no pudiendo imitar a Diógenes en lo filósofo y docto, atrevida, por no decir licenciosa y desalumbradamente, le pretenden imitar en lo cínico, entregándose a maldicientes, inventando casos que no pasaron, para hacer capaz al vicio que tocan de su áspera reprehensión, y por ventura descubren caminos para seguirle, hasta entonces ignorados, con que vienen a quedar, si no reprehensores, a lo menos maestros dél.

La edá, doctó contestó el espada con cierta melancolía . Nos hacemos viejos. Cuando yo peleaba con los toros y con el hambre no necesitaba de esto, y tenía pies de hierro en las capeas.

Su magnífica copa alzábase en medio de un solar, «donde las necesidades de la población, obligarán á construir manzanas de casas; entonces caerá al golpe del hacha, como sus míseros compañerosmientras que, diremos con un ilustre escritor, la ciudad de Sevilla, indiferente al recuerdo de aquellos ciudadanos, que más honra le dieron, verá desaparecer, sin fijar en ello su atención, ese postrer vestigio de una época, en que las letras y las virtudes cívicas florecieron y fueron honradas en Andalucía; y verá caer, sin sentimiento de pena aquel testigo de los generosos esfuerzos de un hombre, que, según el docto caballero Pero Mexia, «debe ser alabado y merece que los que en esta ciudad vivimos roguemos á Dios por su ánima, la cual según fué su vida tan virtuosamente gastada en letras y en honestos exercicios, y su tan christiana y buena muerte yo creo cierto que está en la gloria de Jesucristo