Vietnam or Thailand ? Vote for the TOP Country of the Week !
Actualizado: 9 de mayo de 2025
No me asombró tanto la noticia de que allí escaseaba mucho el dinero, por ser un linaje de escasez muy común en todas partes; pero me pareció muy de notarse la de que, en cambio, eran moneda corriente los frutos de la tierra, como en los pueblos primitivos; y así sucede que hay servicios muy importantes que se pagan con media docena de panojas o con un maquilero de castañas.
La catedral es hermosa como siempre, pero no se encuentra por parte alguna la majestad del culto del Señor. Lo mismo dice el maestro de capilla, indignándose al ver que en las grandes fiestas sólo toman asiento en medio del coro hasta media docena de músicos.
Allí me tiene todos los primeros de mes, como un perro de presa... Mil duros me tiene allí, y no le cobro más que veintiséis todos los meses. ¿Que se atrasa? «Hijo, yo tengo un gran compromiso y no te puedo aguardar». Cojo media docena de capas, y me las llevo, y tan fresco... Y no lo hago por el materialismo de las capas, sino para que mire bien el plazo. Si no hay más remedio, señora.
Llevó el pintor el cuadro al cabo de cierto tiempo, pero era claro que ni cupieran once mil cuerpos en un lienzo, ni había para qué ponerlas todas; había, pues, imaginado el pintor de Ubeda figurar un templo de donde iban saliendo, y así sólo podrían contarse alguna docena en primer término, dos o tres docenas en segundo, e infinidad de cabezas que de las puertas salían.
Los ingleses hicieron una carreterilla desde la mina al embarcadero, cosa de dos kilómetros, pero, por desgracia, en dirección contraria a la general del Estado; afianzaron un poco el ruinoso muelle con unos cuantos sillares y media docena de tablones, y eso hemos salido ganando.
Al romper el alba habían salido del lugar, no todos los hombres que se brindaron a ello, porque hubieran sido demasiados, sino los que se escogieron por más a propósito por su robustez y por su experiencia: cosa de una docena de ellos en junto.
Freya, que hasta entonces parecía embrutecida por el régimen de la prisión, despertaba al verse enfrente de una docena de hombres uniformados y graves. Su primer movimiento fué el de toda hembra hermosa y coqueta. Conocía su influencia física.
En el tercer acto, un personaje decía: Para conquistar a Orduña, aunque con gente bisoña, no faltó al Señor de Oña sino el negro de una uña. Insistentes aplausos obligaron a recitar media docena de veces la anterior cuarteta, y después requirieron al autor que saliese al proscenio.
El general que mató al Príncipe Tártaro obtuvo todas las condecoraciones de China, el título de primer mandarín y una pensión de miles de miles para él y sus herederos. Se cuenta, por último, que la Princesa Venturosa y el ya Emperador de China vivieron largos y felices años, y tuvieron media docena de chiquillos a cual más hermosos.
Anoche, sin ir más lejos, en la posada del Pájaro Verde, dijo Roger, que acababa de reconocer á Rodín, el pechero amenazado por Tristán y que tan violentamente se expresara contra el rey y sus nobles y en particular contra su señor el barón de Ansur. ¡Calla, pues es verdad! ¿Y qué llevas en ese zurrón? Nada de valor, alguna ropa y media docena de libros.
Palabra del Dia
Otros Mirando