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Actualizado: 20 de junio de 2025
Faltaban, pues, aquella noche los duques de Astorga, que con gran acierto habían sido elegidos por el nuevo monarca para formar parte de la alta servidumbre de la joven reina; los condes de Orduña, nobles figuras del antiguo bando carlista, fiel siempre a la desgracia, y la marquesa de Lebrija, cuyo prurito de socorrer y presidir asociaciones pías habíale conquistado justamente la doble fama de caritativa y de vanidosa.
Capitan D. Pedro Duran, Sargento Mayor interino del regimiento fijo; el Sr. D. Felix Casamayor, Ministro General de Real Hacienda; el Sr. D. Francisco Orduña, Brigadier y Sub-inspector del real cuerpo de artillería; el Sr. D. Juan Bautista Otamendi, vecino y de este comercio; el Sr. D. Ambrosio Pinedo, Capitan de dragones; el Sr. Dr. D. Vicente Montes Carballo, Presbitero; el Sr. Dr.
De cuando en cuando, venía de visita al Pazo, y ¡había que verle lo pomposo y majetón, con su flor en el ojal, su sombrero ladeado y su chaquet, un chaquet paradisíaco, como decía el conde, no sé por qué! «Chico exclamaba el conde , me dejas patidifuso con tu elegancia y tus ínfulas.» Y, muerto de risa, le hacía recitar fragmentos de un drama que mi padre estaba escribiendo, titulado: El cerco de Orduña y señor de Oña.
Cabildo. Por el Sr. Brigadier D. Francisco Orduña, se dijo: Que por no estar perdida la España, y porque no se han convocado las demas provincias, es de parecer que siga el Exmo. Sr. Virey en el mando, y que por lo demas no podia dar por ahora su voto. Por el Sr. D. Ramon Balcarce, se dijo: Que se conformaba en todo con el voto del Dr. D. Feliciano Antonio Chiclana. Por el Sr.
Y aquel infame Belarmino, sabía Dios merced a qué socaliñas y malas artes, le hurtaba, sin dejar una migaja siquiera, el aplauso y atención que a él en justicia se le debían, puesto que Belarmino era insensato charlatán y prevaricador de la lezna y el cerote, en tanto él, Apolonio, por don natural, componía los más primorosos artificios, así zapateriles como poéticos. «No hay justicia, ni sentido, ni plan en el mundo» pensaba Apolonio . «Bien lo presumía yo, aunque todavía inexperto, cuando escribí mi Cerco de Orduña o Señor de Oña.»
En el tercer acto, un personaje decía: Para conquistar a Orduña, aunque con gente bisoña, no faltó al Señor de Oña sino el negro de una uña. Insistentes aplausos obligaron a recitar media docena de veces la anterior cuarteta, y después requirieron al autor que saliese al proscenio.
En el acto segundo había un desafío entre el Señor de Oña y Estoiquiz, el tuerto, Señor de Orduña.
Mientras tanto, los ojos saltones de su camarada le miraban con tal expresión amenazadora que parecía que iban a brincar de las órbitas y lanzarse sobre él; crecían por momentos como los de una langosta. ¿Y por qué de patatas guisadas? Yo tengo tantos hígados como usted, ¡porra! y lo he probado en la acción de Orduña y en la de Unzá, y por algo tengo en mi casa seis cruces.
Palabra del Dia
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