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Actualizado: 9 de mayo de 2025
Con sólo media docena de zancadas llegó el coloso á la puerta de la prisión, hundiendo sus pies en la muchedumbre armada. Las amazonas enviaron á lo alto una nube de flechas contra su pecho y su cabeza, mientras los jinetes de las cimitarras intentaban herirle en las pantorrillas.
No un libro, sino media docena le traería Frasquito con mil amores; y prometiéndolo así, se lanzó a la calle, ávido de aire, de luz, de ver gente, de recrearse en cosas y personas. Del tirón, andando maquinalmente, se fue hasta el Paseo de Atocha, sin darse cuenta de ello. Luego volvió hacia arriba, porque más le gustaba verse entre casas que entre árboles.
Tres campanitas colgadas bajo un tinglado de nipa, un centenar de casas tendidas en una colina, media docena de sucios y adormecidos chinos descansando entre los diversos géneros de su especial comercio, tal cual cara bronceada y desaseada asomada á los tapancos viéndonos pasar, con la indiferencia propia de aquella raza, nos indicaron encontrarnos en Quipia. Este pueblo se formó el año 1649.
Era, además, alcalde perpetuo de su pueblo, y consejero nato de media docena de Municipios limítrofes, y estaba muy bien relacionado con gentonas de Madrid, que le debían favores semejantes al que estaba dispensando a don Simón. Llamábase don Celso Lépero, y era el autor de la carta que dejamos reproducida más atrás.
Frente por frente de la puerta de entrada, hay en el muro una ménsula de madera de pino; sobre ella, una estatuilla, desdichada, de San José, en cartón piedra; al pie del santo, media docena de judías, media docena de garbanzos y un frasquito, con un líquido oliváceo y denso, y una etiqueta que dice: azeite.
En los otros vehículos llegaban montañas de panes cada uno de ellos del tamaño de un grano de maíz ante los ojos del gigante , pirámides de frutas enormes para los pigmeos, pero que venían á ser del volumen de un cañamón, y montones de quesos. Una sección de atletas agregados al ejército traía en varios vagones una docena de toneles de agua.
Pues no tiene usted más que venirse a pasar unos días con nosotros y yo le haré matar una docena de ellos. ¡Poco gusto que le daría a mamá verles a ustedes por allá! ¿Pero, Nanín, no sabe usted que tengo un niño y que le estoy criando? exclamó ella riendo. ¿Y eso qué importa? Se lleva al niño y la servidumbre que ustedes necesiten.
Aquí se oyó un estrépito infernal de platos hechos trizas, y un grito de Facia a quien se le habían caído de las manos como una docena de ellos. La miré entonces y la encontré mirándome a mi con ojos espantados y el color de la muerte en la cara.
Entre los amigos que según costumbre se reunieron en Trembles para festejar a San Huberto, estaba uno de los más viejos camaradas de Domingo, llamado D'Orsel, muy rico, que vivía retirado, según se decía, sin familia, en un castillo situado a una docena de leguas de Villanueva.
Seguíale una docena de individuos de esos que al mirarnos muestran cara humana, si bien es muy dudoso que sean hombres. Sí, señores, todo está averiguado añadió el desaliñado orador, que era Tablas en persona . Y si faltase testimonio, aquí estoy yo para darlo. Dos mujeres se le colgaron de cada brazo. En torno suyo hízose un corrillo.
Palabra del Dia
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