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Actualizado: 9 de mayo de 2025


Más de una docena de veces, cuando la despreciaba insultándola, o luego la adulaba, para después amenazarla, y por fin aparentaba un afecto repelente, me sentí impelido por el deseo de abalanzarme sobre él y darle una buena y sana lección.

No se le comenzó a tener en tanto como él quería, hasta que corrió por uno y otro concejo montañés la noticia, verdadera, de que en una apuesta con un capataz de las minas le había dejado el alemán al español en la docena y media de huevos fritos, mientras él, Körner, llegaba a tragarse las dos docenas muy holgadamente, y ponía remate a la hazaña engulléndose dos besugos.

Media docena de velas altas y delgadas, de pábilo muy fino, porque fuese mayor su duración, alumbraban a la santa imagen, que era de rostro aniñado y yesoso, excepto en los pómulos, donde tenía fuertes rosetas carminosas.

Era el mayor de diez hijos, entre mujercitas y varones, que tragaban y bullían bajo el techo paternal. Su padre poseía una cabaña, un pedazo de tierra, algunos castaños en el monte, media docena de cerdos, y dos brazos para cavar el terreno.

Así dejara el alma en la tarea no se guardaría en el bolsillo, ni achocaría para el arcón media docena de duros. En Villaverde se gana poco, y la vida es cara. Los méritos de un servidor, de un empleado, son mayores y más estimados cuando gana poco. Aquello parece una escuela de franciscana pobreza, una hermandad de miseria voluntaria.

Murió pobre, y dejó una familia de pueblos. México tenía mujeres y hombres valerosos que no eran muchos, pero valían por muchos: media docena de hombres y una mujer preparaban el modo de hacer libre a su país. Eran unos cuantos jóvenes valientes, el esposo de una mujer liberal, y un cura de pueblo que quería mucho a los indios, un cura de sesenta años.

Nadie dudará que todo esto ofrece un tinte tan bucólico y pastoril, que no puede menos de producir el efecto apetecido. Por muy exaltado que el ánimo se encuentre, es imposible que no ceda a los esfuerzos combinados de aquella docena de patos. Navegan también en el estanque muchedumbre de botes, lanchas, canoas y otras embarcaciones de diversas formas y tamaños.

Pero en el chaleco de Melchor siempre sonaba algo, aunque fuera media docena de pesetas, reunidas por D.ª Laura, Dios sabe cómo, con mil apuros, con el enfermizo velar de las niñas y el ahorro llevado a límites increíbles. Melchor había seguido la carrera de Derecho.

Si nos quedamos aquí, serémos uno de tantos; y si damos vuelta á nuestro mundo no mas que con una docena de carneros cargados de piedras del Dorado, serémos mas ricos que todos los monarcas juntos, no tendrémos que tener miedo á inquisidores, y con facilidad podrémos cobrar á la baronesita.

No hay riesgo de que pase dijo Alain, y si pasa no será entera... y aun así, creo que no pasará. Protesté que iría perfectamente á pie. No, no, es imposible, yo no lo quiero. Veamos... tenemos una media docena de caballos de silla que no hacen nada... pero probablemente no montará usted á caballo. Le pido perdón, señora; pero es verdaderamente inútil, voy...

Palabra del Dia

hociquea

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