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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Ramiro dio por disculpa su errabunda curiosidad y el deseo de indagar aquellas sospechosas costumbres de los conversos. Bien respondido replicó don Alonso si fuera yo algún oficioso impertinente y no el amigo fiel de vuestra casa, que os ha mirado siempre como a un hijo. Una pausa subrayó la intención de aquella frase.
Culpábase a solas de su desatino, llamábase mal amigo y aun mal cristiano; hacía discursos y comparaciones entre él y Anselmo, y todos paraban en decir que más había sido la locura y confianza de Anselmo que su poca fidelidad, y que si así tuviera disculpa para con Dios como para con los hombres de lo que pensaba hacer, que no temiera pena por su culpa.
Si usted me disculpa y permite, señor Greenwood, le diré que pienso que es inútil estemos combatiendo de esta manera, teniendo en vista que yo sé mucho más de Burton Blair y de su vida pasada, que lo que usted sabe. Aceptado le dije. Blair fue siempre muy reticente. Se consagró a resolver un misterio y consiguió su objeto.
Si me he extraviado al querer subir a ellas, válgame para disculpa mi intención recta y sana.
En las comunidades del Reino de Valencia, en tiempos de nuestros abuelos, los que mas fielmente sirvieron fueron los moros, y el servirse de ellos contra cristianos se tuvo por lícito, y necesario. No de otra manera sirvieron los Turcos á los Catalanes en Grecia, á mas de que la propia defensa disculpa cualquier yerro que en este se pudiera haber hecho.
Con este modo de mirar las cosas no es extraño que todos tuviesen por pretensión exorbitante y por capricho absurdo el afán del Condesito en querer pasar por un amigo devoto o por un adorador petrarquista de doña Beatriz. Alguna disculpa había, fuerza es confesarlo, para tan bellaca incredulidad.
Los pocos años de Leandra sirvieron de disculpa de su culpa, a lo menos con aquellos que no les iba algún interés en que ella fuese mala o buena; pero los que conocían su discreción y mucho entendimiento no atribuyeron a ignorancia su pecado, sino a su desenvoltura y a la natural inclinación de las mujeres, que, por la mayor parte, suele ser desatinada y mal compuesta.
Todos cinco venían del Real: hacía muy cerca de media hora que esperaban. ¡Que poca vergüenza tienes, hijo! dijo la Amparo con el hermoso entrecejo fruncido . Y menos aún los que toman en serio tus convites. Chica, me figuré que saldrías más tarde del Real. ¡Eso! Dí que estabas a gusto en casa de mi hijastra, y entonces puedes tener cierta disculpa.
Durante largos cinco minutos permaneció dominada por la emoción y sin poder articular una palabra. Al fin, en una voz baja, enronquecida, dijo: No sé lo que pensará usted de mí, señor Greenwood. Estoy avergonzada de mí misma, y de la manera cómo lo he engañado. Mi única disculpa puede concentrarse en estas dos palabras: era imperativo.
Por si no me equivocaba, conté la historia de Luz desde que tuvo uso de razón, desde el día en que vino al mundo; su carácter, su inocencia; mis incesantes afanes porque la conservara, porque no supiera jamás entre qué inmundicias había caído..., en fin, porque no se pareciera a su madre ni tomara en su ejemplo la menor disculpa para no ser buena, si algún día se obraba milagro de que aquel corazón tan puro llegara a corromperse: de todo esto hablé; y después de hablar de ello, hablé de sus extrañas fantasías, origen de unos amores que, por nacer como nacieron, parecían providenciales; de mi súbito cambio de costumbres, de mis esperanzas..., de mi soñada felicidad, que sólo consistía en que jamás turbara la de Luz el ruido de los escándalos de su madre.
Palabra del Dia
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