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Actualizado: 14 de mayo de 2025
Aquella aventura que le recordaba las de antaño, le sonrojaba ahora, porque contradecía en cierto modo aquel andamiaje de sofismas con que se explicaba su pasión por la Regenta. «El amor purísimo que yo tengo, todo lo disculpa». «¿Pero ese amor se aviene con aventuras como la del bosque? Claro que no», le decía la conciencia. Por eso le repugnaba Petra ahora.
María Teresa, aniquilada, se recostó en el gran sillón, en tanto que Juan, yendo hacia ella e inclinándose a su lado, le decía con voz grave: María Teresa ¿me perdonará usted algún día de haberme atrevido?... Dígame cuando menos que tengo disculpa; dígamelo, se lo suplico. ¡Hace tanto tiempo que ahogo mi corazón y sello mis labios para ocultar mi locura!
Vendría Serafina, y mientras Minghetti y Emma continuaban sus lecciones interminables, ellos dos, Serafina y él, en el cenador de la huerta, ¡oh miseria!, ¡oh vergonzoso oprobio!, serían, como siempre, amantes; amantes de costumbre, sin la disculpa, aunque de poca fuerza, disculpa al fin, de la ceguedad de la pasión; amantes por el hábito, por la facilidad, por el pecado mismo....
Entretanto, ignorábase en Lima el atroz cataclismo del Callao, cuando después de las once, un jinete, penetrando a escape por un lienzo derrumbado de la muralla, cruzó el Rastro de San Jacinto y la calle de San Juan de Dios, y viendo abierta la iglesia de la Merced, lanzóse en ella y llegó a caballo hasta cerca del altar mayor, con no poco espanto del afligido pueblo y de los mercedarios, que no atinaban a hallar disculpa para semejante profanación.
Pero bien sabe Dios que aqui me fuerza Pura necesidad, y esta reciba El cielo por disculpa de mi culpa. Ahora es tiempo, Aurelio, ahora puedes Asir á la ocasion por los cabellos, Mira quan blanda, dulce y amorosa La mora hermosa viene á tu mandado. Sale ZARA. Aurelio, solo estás? Y acompañado. De quién? De un amoroso pensamiento. Quién fue la causa?
Entre tanto, disculparía su ausencia de casa de Luz advirtiéndola que estaba ligeramente enfermo, muy constipado: esa era la disculpa usual y corriente para todos los que deben y no quieren o no pueden ir a alguna parte.
»Con lo cual y una forzada sonrisa, el correspondiente ademán y la disculpa de que me llamaban desde la sala, escapeme del gabinete sin estudiar con los ojos la impresión que mis respuestas habían causado en las profundidades del banquero.
La verdad es que ya tienes tiempo para haber aprendido un poco de crianza... ¡Cuidado que se necesita no tener un adarme para quedarse hecho una estaca cuando una persona decente, cuando un caballero, nos hace el favor de preguntarnos cómo estamos! Yo, viéndola tan irritada, traté de calmarla con algunas frases de disculpa.
No tendría nada de extraño que esto fuese una disculpa y que el motivo real estuviera en su invencible temor al contagio, porque nunca le habían satisfecho las aptitudes antisépticas de los señores de Reynoso. Las aspiraciones heráldicas de Araceli hallaron inmediatamente digno objetivo en la persona del joven marqués.
Balbucí algunas palabras de disculpa..., para acabar pidiendo a Luz, entre lágrimas, que no me aborreciera. » ¡Aborrecerte! exclamó la infeliz, enjugando mis ojos con sus besos , ¡siendo mi madre, y con lo que has llorado!... »No tenía derecho a pedir, más, cuando me daba lo que yo no merecía. »Después de esta escena, volvió Luz a caer en sus tristezas.
Palabra del Dia
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