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Actualizado: 7 de mayo de 2025


Desde que comenzó la explotación de las minas de Langreo comprendí que nuestra vida patriarcal, nuestras costumbres sencillas iban á fenecer. Y en efecto, amado primo, te lo diré con franqueza: ¡Demetria ha muerto!... ¿Cómo que ha muerto? exclamó el capitán alzándose con su acostumbrada presteza y dirigiendo á su primo una mirada de consternación. Ayer la he visto buena y sana...

Pero Juan, haciendo un ademán de horror, retrocede más ante la mano que lo roza; y dirigiendo a Martín una mirada llena de angustia mortal, le dice con voz ronca: ¡Déjame!... ¡no quiero, no quiero tener nada que ver contigo! ¡ya no soy tu hermano! Martín, sobrecogido, se agarra con las dos manos a la mesa que está junto a él, y se deja caer, como herido de una puñalada, sobre el banco inmediato!

A la izquierda se elevaba una altísima montaña ideal que lo dominaba enteramente, y sobre ella se veía un caballero que guardaba cierto parecido lejano con don Rosendo, dirigiendo los fuegos de una inmensa linterna sobre la villa. Cerca de él percibíanse las cabezas de otros cuantos personajes.

»Pero, no por mi talento ni por mis méritos repuso fríamente Teobaldo, sino por la protección de algunos amigos. »¡Han cumplido su promesa! exclamé vivamente. »No por completo... dijo en tono de reconvención y dirigiendo una severa mirada a Carlos, que estaba sentado a mi lado. »Luego, aproximándose a él, le dijo: »He venido hasta aquí porque es necesario que te hable.

Y dirigiendo casualmente la mirada hacia la aldea, que se hallaba sólo a dos tiros de carabina, vio a algunas mujeres barrer delante de sus puertas y a algunos vejetes que se saludaban, mientras fumaban la primera pipa del día, junto al umbral de su chamizo.

Ella parecía también que se bastaba a si misma, comiendo y callando, dirigiendo sus ojos, ribeteados de encarnado, al que llevase la palabra, por encima de las gafas ahumadas. La sobrina tampoco reparaba en ella, y cuando alguna vez se veía obligada a alargarle algún objeto, lo hacía sin mirarle a la cara.

¡Y que lo digas, Joyana! respondió el interpelado dirigiendo sus ojos á Nolo y Demetria que allá lejos proseguían su plática amorosa. ¿No sería lástima que un caramelo tan rico cayese en la boca de este zángano de la cara de pan? volvió á decir Joyana apoyando su proposición con una blasfemia.

Allí había pasado sus últimos años el dueño del buque, enfermo del corazón, con las piernas hinchadas, dirigiendo desde su asiento un rumbo que se repetía todas las semanas, á través de las nieblas, á través de las olas invernales que arrastraban pedazos de hielo arrancados á los icebergs.

El insigne dramaturgo, me habla de su niñez, de su abuelo, que sirvió como médico en los ejércitos del primer Imperio, de cómo conoció á Lamartine dirigiendo á caballo un motín popular, de su primera entrevista con la Déjazet, de la fe inmutable que siempre tuvo en mismo, de su soberbia posesión de Marly le Roi...

Ni supo querer ni supo ser querido expresó Uceda poniéndose serio y dirigiendo sus ojos al horizonte. Soledad le clavó una mirada de sorpresa y admiración. Y á su sabor, en silencio, largo rato estuvo contemplando á aquel hombre tan noble, tan firme, tan sufrido. Un remordimiento punzante le atravesaba el alma. Sintió deseos de arrojarse de cabeza al mar.

Palabra del Dia

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