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Actualizado: 7 de mayo de 2025
Saleta, no tanto! Sólo gano doscientos tantos. Faltan trescientos para desquitarme de lo que he perdido ayer manifestó el aludido, que era un joven de fisonomía abierta y simpática. ¿Y por qué no han llamado ustedes a Manín? preguntó el conde dirigiendo una mirada risueña al célebre mayordomo, que, con su calzón corto, zapatos claveteados y chaqueta de bayeta verde, dormitaba en una butaca.
Así decía Ester Prynne dirigiendo sus tristes miradas á la letra escarlata. Y después de muchos, muchos años, se abrió una nueva tumba, cerca de otra ya vieja y hundida, en el cementerio de la ciudad, dejándose un espacio entre ellas, como si el polvo de los dos dormidos no tuviera el derecho de mezclarse; pero una misma lápida sepulcral servía para las dos tumbas.
¿Conque ha estado usted enamorada de un militar? preguntó con graciosa volubilidad Emilita, dirigiendo al mismo tiempo una mirada provocativa a Núñez. Pues ha tenido usted bien mal gusto.
Stein, al llegar al Calvario, desahogó la aflicción que le oprimía, dirigiendo una ferviente oración al Señor del Socorro, cuyo benigno influjo se esparcía en toda aquella comarca como la luz en torno del astro que la dispensa. Rosa Mística estaba en su ventana cuando los viajeros atravesaron la plaza del pueblo.
Era una mujer joven, con un candil en la mano, la cual, dirigiendo la luz hacia el objeto que divisaba a sus pies, exclamó: ¡Jesús María!, no es Manuel; es un desconocido... ¡y está muerto! ¡Dios nos asista! Socorrámosle exclamó la otra, que era una mujer de edad, vestida con mucho aseo . Hermano Gabriel, hermano Gabriel gritó entrando en el patio : venga usted pronto.
La alcanzó en una estrechísima callejuela. Marchaba de prisa, dirigiendo miradas atrás. Al divisar a alguna distancia a Krilov, casi echó a correr, no disimulando ya el temor. Krilov apresuró también el paso. En aquella callejuela obscura y desconocida, donde sólo se hallaban él y la muchacha, experimentó un malestar muy parecido al miedo. «¡Hay que acabar!» se dijo.
Estos días ha estado un poco enfermo. Me lo ha dicho el criado manifestó dirigiendo una mirada tímida a la mesa donde jugaba su marido.
Cuatro marineros daban la última mano en cada una al arreglo del aparejo, dirigiendo de vez en cuando miradas escrutadoras ora a la ría, bien a las calles que desembocaban en el muelle. Los señores no aparecían y la marea ya había bajado dos pies y medio. Alguno de los marineros expresaba sus impresiones desagradables por la tardanza con un rugido no bastante fashionable.
Pero el anciano lo cogió del brazo y se lo llevó, mientras decía: Vamos, vamos... ¡Ya nos lo tropezaremos más adelante! ¡Aconsejarme a mí que haga traición a mi país! Hullin hizo bien advirtiéndonos que tomáramos precauciones; tenía razón. Bajaron los cazadores por la calle, dirigiendo a derecha e izquierda miradas hurañas. Las gentes se preguntaban unas a otras: «¿Qué les sucede a ésos?»
Cerca de ellas, sentadas en el suelo, había un corro de cuatro mujerucas, las cuales cuchicheaban desaforadamente, dirigiendo miradas penetrantes á todos lados. Eran las sabias del lugar.
Palabra del Dia
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