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Actualizado: 1 de mayo de 2025
Hacia las tres de la tarde dirigió una larga mirada en torno suyo, y dijo mirando a Van-Horn: El bosquecillo está allí, detrás de aquel teck. ¡Ya están bien cerca, señor Cornelio, y oirán un disparo! gritó el piloto. ¡Ah! exclamó Cornelio . ¡Al fin voy a volver a ver a mi tío y a Hans! Levantó el fusil y lo descargó al aire; pero no le respondió ninguna detonación.
Caída sobre los hombros la capucha, desabrochado el hábito que mostraba el hercúleo cuello, desnudos hasta el codo los velludos brazos que tenía cruzados sobre el pecho, saludó reverentemente al abad y se dirigió con toda calma al reclinatorio que le estaba reservado en el centro de la sala.
Guillermo se levantó, cogió a su amigo en sus brazos y se dirigió silenciosamente a la orilla del río, donde cavó una fosa, colocando encima una piedra con una sencilla inscripción, pero el primer vendaval llenó la inscripción de arena y polvo, y la primera crecida del Danubio arrastró piedra, sepultura y cadáver. Guillermo murió al año siguiente. Eulalia aún vive; ahora tiene veintiocho años.
Después el gobernador dirigió desde el tablado la palabra al pueblo, y aunque su discurso no llegó a más de tres o cuatro metros de distancia, el pueblo comprendió en seguida con admirable instinto que rebosaba de elocuencia y se entusiasmó de un modo frenético.
Las dos señoras avanzaron lentamente hacia el gabinete. Antes de encerrarse, la niña dirigió una mirada de inteligencia al joven flaco, tratando sin duda de decirle: «No soy yo la que vengo a consultar; es mi madre.
Aquella noche pasó por acaso don Pascual cerca de Juanita, y esta se dirigió a él diciéndole: Buenas noches, maestro. ¿Qué le hemos hecho a usted, que tan caro se vende y que nos tiene tan olvidadas?
Huyen á mi extasiada vista de repente todas las importunas construcciones, reformas y mutilaciones consumadas por el fervoroso celo de los cristianos triunfadores para convertir en templo del Crucificado la suntuosa aljama; renueva mi enardecida mente las deslumbradoras escenas de la dominacion del Islam en la mas florida region de España, y llegan á mi embelesado oido los mágicos acentos que Azazil dirigió sin duda al hijo de los califas Abde-r-rahman ben Moavia, cuando á los treinta y un años de haber derrotado al rebelde Jusuf el Jehri en la famosa batalla de Musara, robustecido ya su poder con otras insignes victorias, hechos tributarios los cristianos de Castilla , desarmados los sediciosos walís de las provincias, y dilatada la fama de su fortaleza, de su clemencia y de su justicia desde la aterrada Cairvan hasta la amedrentada corte de Carlomagno , resolvió poner un espléndido sello á las obras aceptas al Todopoderoso, que hasta entonces habia llevado á cabo, erigiendo en su deliciosa Córdoba una casa de oracion que le asegurase un puesto en el Paraiso.
De pronto sintió la Princesa que se le desataba una liga, y suspendiendo el baile, se dirigió con disimulo a un bosquecillo cercano para atársela de nuevo.
Pero pensó que acaso intentaba intimidarle, y respondió: Pienso hacer á usted juez de esos descubrimientos, si es que le interesan. Á no dudar. Hizo un saludo con la cabeza al joven y se dirigió al piano, acompañada por miss Harvey. Sorege fué á sentarse al lado de la chimenea y con los ojos cerrados pareció absorberse en una atención religiosa, pero no perdía de vista á la cantante.
Por último Tristán poniéndose un poco pálido y mirándole fijamente a los ojos profirió resueltamente: ¡Hágame usted el favor de sentarse y no molestar más! El caballero también se puso pálido y le dirigió una larga mirada centellante.
Palabra del Dia
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