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Actualizado: 14 de julio de 2025


«Si todo eso me lo dijera por escrito, como hacía D. Diego cuando insultaba a la parte contraria o al inferior en papel sellado, yo mismo lo firmaría sin inconveniente». Las voces, los gritos, eran los que le llegaban al alma, no los conceptos, como él decía.

No se le dijera entonces un abogado de estos tiempos, sino uno de aquellos trovadores que sabían tallarse, hartos ya de sus propias canciones, en el mango de su guzla la empuñadura de una espada.

Lo que allí se dijera había de trascender muy lejos, que para eso había periodistas a la mesa; y era de necesidad, por tanto, que las palabras salieran pesadas y medidas de la boca de los oradores.

Si no confesábades, ¿era por vuestro ánimo o por las bebidas que yo os daba? ¡Gracias a mis botes! Y si no temiera que me habían de oír en la calle, yo dijera lo de cuando entré por la chimenea y os saqué por el tejado.

Así, cuando el editor de La Regenta me propuso escribir este prólogo, no esperé a que me lo dijera dos veces, creyéndome muy honrado con tal encomienda, pues no habiendo celebrado en letras de molde la primera salida de una novela que hondamente me cautivó, creía y creo deber mío celebrarla y enaltecerla como se merece, en esta tercera salida, a la que seguirán otras, sin duda, que la lleven a los extremos de la popularidad.

Otras veces el estremecimiento eléctrico le daba la señal, como si le dijera: "Ester, ahí tienes una compañera," y al alzar los ojos, veía á una joven doncella que contemplaba la letra escarlata, á hurtadillas, y se alejaba rápidamente con un ligero rubor en las mejillas, como si su pureza se hubiera empañado con aquella ojeada instantánea.

»¡Oh, Dios mío! ¿Qué no daría yo por ser en realidad su hermana? ¡Ah! Si lo fuera, me escucharía usted cuando yo le dijera: » Amaury, hermano mío, no seré yo quien te aconseje que olvides y traiciones un recuerdo sagrado. que tu corazón ha muerto para el amor y que ninguna mujer habrá ya de conmoverte. Justo es que seas fiel a tu muerta adorada; así obras con lealtad y así debes portarte.

Ciertamente; y no hay para qué hablar de eso ahora, cuando en último caso no había de faltar quien nos dijera a cada cual el papel que le tocaba representar. Bonis volvió a crecerse. La alusión a la justicia era clara. Don Nepo sintió una ola de cólera subirle al rostro. Y recurrió a su venganza suprema. A contenerse y jurarse que se la pagaría el miserable.

Parecía que no hubiera oído el breve sermón y Ferpierre creía que poco faltaba para que le dijera: «¿Cuándo habrá usted terminado?...» Indudablemente continuó el magistrado, habría sido mejor para usted examinar con libertad nuestro sistema carcelario; pero convenga usted en que si hemos tenido que detenerla estos días, la culpa en parte ha sido suya.

Pues, , niño, la señora tenía resuelto mandarme para verlo y para que le trajera unas cosas que le manda a don Melchor cosa que estuviera aquí mañana, ¿no? y que le trajese noticias de casa que están todos buenos, a Dios gracias, y deseando verlo, como, a usted, don Ricardo, que me dijo su mamá que le dijera que están muy contentos con sus noticias y que por qué no les ha mandado el retrato de la niña.

Palabra del Dia

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