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Actualizado: 15 de junio de 2025


La enseñanza del castellano se puede conceder, sin peligro ninguno y para que no aparezca como una derrota de la Universidad, debíamos los dominicos hacer un esfuerzo y ser los primeros en celebrarla: allí está la política. ¿Para qué vamos á estar en contínua tirantez con el pueblo, si despues de todo somos los pocos y ellos los más, si nosotros necesitamos de ellos y no ellos de nosotros?

Por eso me complazco en celebrarla, envío a su autor mi más cordial enhorabuena, y le excito, hasta donde mi aprobación y mis alabanzas alcancen, a que siga escribiendo narraciones con el acierto que puede esperarse del que ya en Los cuatro ochavos se advierte y celebra. Sobre la CUESTIÓN DE AMBIENTE Al Sr. D. Antonio de Hoyos.

En efecto, Reynoso pensó que estando ya Tristán alojado en su propia casa razones de delicadeza le aconsejaban no demorar la boda hasta octubre y realizarla en cuanto fuera posible. Todos en la casa aplaudieron esta determinación, y Elena fue la primera en celebrarla con gritos de júbilo. ¡A ver si se le quitan de una vez esos malditos celos! le dijo al oído a su cuñada.

Pero, con todo eso, le rogó que no dejase la empresa, aunque no fuese más de por curiosidad y entretenimiento, aunque no se aprovechase de allí adelante de tan ahincadas diligencias como hasta entonces; y que sólo quería que le escribiese algunos versos en su alabanza, debajo del nombre de Clori, porque él le daría a entender a Camila que andaba enamorado de una dama, a quien le había puesto aquel nombre por poder celebrarla con el decoro que a su honestidad se le debía; y que, cuando Lotario no quisiera tomar trabajo de escribir los versos, que él los haría.

Así, cuando el editor de La Regenta me propuso escribir este prólogo, no esperé a que me lo dijera dos veces, creyéndome muy honrado con tal encomienda, pues no habiendo celebrado en letras de molde la primera salida de una novela que hondamente me cautivó, creía y creo deber mío celebrarla y enaltecerla como se merece, en esta tercera salida, a la que seguirán otras, sin duda, que la lleven a los extremos de la popularidad.

Isidora encontraba mundos de poesía en aquella reproducción de misma. ¡Qué diría la sociedad si pudiera gozar de tal imagen! ¡Cómo la admirarían, y con qué entusiasmo habían de celebrarla las lenguas de la fama! ¡Qué hombros, qué cuello, qué... todo! ¿Y tantos hechizos habían de permanecer en la obscuridad, como las perlas no sacadas del mar? No, ¡absurdo de los absurdos!

Para que la bendiga es necesario que nos hagamos dignos de celebrarla, dejando para siempre el modo frívolo y mundano que tenemos de querernos por otro más elevado y espiritual, cesando por completo en ciertas expansiones terrenales a que nuestro gran amor nos impulsa, y preparándonos durante algunos meses, por lo menos, con una vida virtuosa y devota, haciendo algunos sacrificios y obras de caridad, y pidiendo a Dios constantemente que ilumine nuestro espíritu y nos fuerzas para cumplir los deberes que el nuevo estado nos impone.

Palabra del Dia

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