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Actualizado: 6 de mayo de 2025
Espero con ansia la llegada del P. Jacinto, que es el oráculo de esta casa. Sé que lo que yo le diga caerá como en un pozo, y que sus consejos son sanos. Es el único hombre que tiene algún imperio sobre mi madre. ¿Cuándo vendrá de Villabermeja? Adiós, repito, y ama y compadece á tu CLARA."
Karaulova dijo el presidente . El tribunal le permite a usted no prestar juramento; pero no olvide usted que debe decir toda la verdad, según su conciencia. ¿Lo promete usted? No puedo prometerlo, porque no tengo conciencia. ¿Y qué quiere usted que hagamos nosotros? exclamó con desesperación el presidente . Le pedimos que diga la verdad. ¿Comprende usted? Diré lo que sepa.
Seguimos todo el paseo de las Delicias, enteramente solitario a tales horas, y cuando nos cansamos de caminar hacia abajo, dimos la vuelta por el muelle. En una de las pocas pausas que hicimos, Daniel dijo de pronto: Diga uzté, amigo: ¡zupongo que ahora podré enjabonarme las manos de balde! ¿Pues? ¡Como uzté va a zer el dueño de una fábrica de jabones...!
Después de permanecer inmóvil algunos instantes examinando con atención el rostro desencajado de su cliente, dijo poniéndole una mano en el hombro: ¿Es la primera vez que viene usted a esta consulta? Sí, señor. Bien; diga usted.
Estrecha con la sonrisa en los labios la mano de tu yerno, es decir, de ese ladrón de felicidad que viene a robarte tu dicha, si no quieres resignarte a que se diga de ti: »He ahí a Sganarelle, que no permite que su hija Lucinda se case con Clitandro.
Conque diga usted, criatura, ¿qué le hemos hecho nosotros para que así nos aborrezca? Señor cura, no ha sido todo culpa mía. Crea usted que no dejaba de acordarme muchas veces de este hermoso país y de los buenos amigos que aquí tengo. ¡Ah, tunante! ¡Y qué bien se conoce que viene usted de la corte! Señora condesa, no le deje usted mentir tan descaradamente.
¡Qué le vamos a hacer, mamá! ¿No vale más que me lo diga ahora que después de casados? ¿No comprendes la vida de tormentos que pasaría unido a una mujer a quien no quisiera?... La pena que puede causarme en este momento, por grande que sea, no puede compararse a la que tendría al saber que mi marido no me amaba.
Bien sé que en el cautivo no hay contento, Mas no quiero crecer yo mi fatiga, Teniendo siempre en ella el pensamiento. A mi patrona tengo por amiga, Tratame qual me ves, huelgo y paseo, Cautivo soi, el que quisiere diga. Triunfa, hermano, y goza ese trofeo, Que si por ser cautivo te hermoseas, Yo sé que es torpe, desgraciado y feo.
D. Casimiro no iba con buen fin... y Nicolasa le desdeñó siempre; pero de esto informará á V. mejor que yo el P. Jacinto. Yo lo único que añadiré es que el tal D. Casimiro me parece un hipocritón y un bribón redomado. No es malo saberlo pensó el Comendador. ¡Ah! diga V., tío. Ya sé que se fué á Sevilla D, Carlos.
-Paréceme -respondió Sancho- que vuesa merced es como lo que dicen: "Dijo la sartén a la caldera: Quítate allá ojinegra". Estáme reprehendiendo que no diga yo refranes, y ensártalos vuesa merced de dos en dos.
Palabra del Dia
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