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Actualizado: 6 de junio de 2025
Y en efecto, tan pronto como me determiné a quedar en aquel cuarto, llamó otra vez a la doméstica y comenzó a dictar una serie de disposiciones respecto al aseo del pavimento, a la cama, al lavabo, etc., en un tonillo despótico, que no dejó de causarme gracia por venir de tan microscópica persona.
Desde la creación de la alcaicería de San Fernando, ó sea desde que á los chinos se les señaló como domicilio esa casa de contratación mandada construir por Real cédula de 7 de Septiembre de 1758, no han cesado nuestros legisladores de dictar disposiciones referentes al comercio chino, siendo en verdad la mayoría de ellas altamente odiosas, y si bien el Código de comercio fué promulgado en Filipinas, esto no obstante fué introduciendo la práctica y disposiciones posteriores grandes limitaciones, y al efecto, pueden verse la circular de 31 de Octubre de 1832 sobre capitaciones y empadronamientos de chinos, el superior decreto de 31 de Agosto de 1839 estableciendo prisiones indefinidas por falta de pagos de capitación, y restricciones para ejercer el comercio, y trabas para ausentarse del país, hasta el punto que no podían hacerlo, cual acontece hasta el día, sin licencia del Gobernador general, expediente y fianza.
Bonifacio en aquel estado no era responsable de sus dichos ni de sus hechos; y así, no se le pudo llamar traidor al pan que comía, aunque habló de Emma, la llamó por su nombre y tuvo que quejarse de la vida que semejante mujer le daba; y aun aturdido y todo, medio loco, no maltrató a su cónyuge; refirió los hechos tal como eran, pero los comentarios fueron favorables a Emma; Serafina pudo oír que aquella señora tenía gran talento, imaginación, un carácter enérgico de hombre superior; hubiera sido un gran caudillo, un dictador; pero la suerte quiso que no tuviese a quien dictar nada, a no ser a él, al pobre escribiente de D. Diego Valcárcel.
Pirovani le entregó un puñado de billetes de Banco para los gastos de viaje y le dijo adiós, volviendo la espalda con la gallardía de un general que acaba de dictar la orden decisiva del triunfo. Bajó el Fraile los escalones, frunciendo su entrecejo con expresión pensativa: «Debe ser un pedido de herramientas muy urgentes para el trabajo... También es posible que me envíe por dinero...»
No comentó Sarto; pero también sabe dictar una carta muy zalamera. Tuve la misma idea y ya iba a rasgar el anónimo cuando noté unas líneas escritas al dorso: «Si el Rey duda, consulte al coronel Sarto...» ¿Eh? hizo el veterano asombrado. ¿Me toma por tan sandio como a usted?
Tal vez algún día sabios, eruditos, curiosos, vengan en peregrinación a contemplar con cariño y respeto la página de este libro de la parroquia en que yo voy a dictar ahora el nombre de mi hijo, el de sus padres y abuelos, lugar de su naturaleza, etc., etcétera. ¡Abuelos! Mi pobre Antonio no tiene abuelos vivos; le faltará ese amor, pero el mío los suplirá todos».
Vamos a despachar, antes de que principien a llegar los clientes. Ya verá usted. ¡Esto es atroz! No paro en todo el día. Esto parece un jubileo. Se levantó, y fuimos a la pieza contigua. Tome usted asiento. ¡En facha! Voy a dictar un escrito.
Nada, déjate de llorar ahora; lo que importa es que vayas a darle la cucharada de quinina a tu mamá. Después le pondremos un reparo sobre el estómago. El bueno de don Máximo procuró consolar a la niña, ocultándole el funesto presentimiento que abrigaba y se puso a dictar las medidas que su pobre ciencia cuanto rico deseo le sugerían.
Este cargo de aposentador obligó al autor de Las Lanzas a ocuparse en cosas tan importantes como dictar órdenes para la limpieza de los patios y corredores, «suprimir un guarda negro que había cerca de la Cámara de la Reina», dar informe sobre hasta dónde llegaban las atribuciones de los sota-ayudas de la furriera y mozos de retrete, y preceder al Rey cuando salía al Pardo, El Escorial y Aranjuez.
Madame Neker, cuyo ingenio lució tanto en los salones de Versalles, en los momentos precursores de la Revolución, cuando todas las pasiones estaban a punto de estallar, solía decir a sus amigas que las palabras ofenden más que las acciones, el tono más que las palabras y el aire más que el tono. La esposa del famoso hacendista hubiera podido dictar una cátedra de psicología conyugal.
Palabra del Dia
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