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Actualizado: 27 de mayo de 2025


Los primeros años de mi vida pasaron en un convento, donde me vi rodeada de Madres santas y cariñosas que me enseñaron el camino de la perfección. Mi juventud fué pasando de este modo en ocupaciones devotas. Hace quince años que estoy rezando sin cesar, y casi sin notario. He vivido en Dios desde la cuna: no lo que soy, no si he vivido.

Además prosiguió don Fermín hay señoras que se tienen por muy devotas, y caballeros, que se estiman muy religiosos, que se divierten en observar quién entra y quién sale en las capillas de la catedral; quién confiesa a menudo, quién se descuida, cuánto duran las confesiones... y también de esta murmuración se aprovechan los enemigos. La Regenta se puso colorada sin saber a punto fijo por qué.

Los murciélagos revoloteaban en las encrucijadas de las columnas, queriendo prolongar algunos instantes su posesión del templo, hasta que se filtrase por las vidrieras el primer rayo de sol. Pasaban volando sobre las cabezas de las devotas que, arrodilladas ante los altares, rezaban a gritos, satisfechas de estar en la catedral a aquella hora como en su propia casa.

De uno de estos instrumentos, que es la disposicion testamentaria del dean D. Ruy Perez otorgada en 1391, se colige que el santuario de la Vírgen de las Huertas, sin mudar su título, se habia convertido ya en beaterio y clausura de mujeres devotas, que llamaban emparedadas; y así se le nombra constantemente en otros testamentos posteriores.

Desnoyers se dejó ver con menos frecuencia, abandonando su gloria á los profesionales. Transcurrían semanas enteras sin que las devotas pudiesen admirar de cinco á siete sus crenchas negras y sus piececitos charolados brillando bajo las luces al compás de graciosos movimientos. Margarita Laurier también huyó de estos lugares.

Sobre el hule que cubría la camilla estaba el rosario de Tirso y un librito de lecturas devotas, con las tapas abarquilladas y mugrientas. Hablemos bajo comenzó diciendo Pepe. Y el diálogo prosiguió en frases mortecinas, cobrando, en cambio, los rostros toda la energía que faltaba a la expresión de las palabras.

Don Policarpo, el boticario de Villalegre, hacía muy bien los honores del establecimiento, donde concurrían casi todos los personajes del lugar, a despecho de las mujeres, que eran devotas y que abominaban del boticario, porque lejos de estar en olor de santidad, alcanzaba la poco envidiable fama de descreído y materialista.

Lo que no tolero, es que dejen a papá solo y esté la casa hecha un asco. Yo no puedo permanecer aquí constantemente; y, además, su situación exige cuidados que un hombre no puede ni sabe darle. Consentiré que mamá y Leocadia sean devotas; pero antes tienen que ser lo que han sido hasta ahora, mujeres de su casa y enfermeras de mi padre.

Ella vestía trajes de cierta fantasía, con un puñal de plata clavado en la cabellera, adorno romántico que escandalizaba a las devotas señoras mallorquinas. Además, no iba a misa a la ciudad, no hacía visitas, no salía de su casa más que para juguetear con sus hijos o sacar al sol al pobre tísico, dándole el brazo.

Cuando Belarmino pronunciaba un discurso, era de rigor que los oyentes saliesen a la plazuela del Obispo lanzando gritos inflamatorios y blasfematorios. Por eso, algunas gentes devotas maduraban seriamente el plan de convertir a Belarmino. Allí estaba Belarmino, empapado en la tiniebla, desfallecida el alma, atravesando un terrible faraón crónico y cavilando lo que debía hacer.

Palabra del Dia

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