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Actualizado: 27 de mayo de 2025
Así que brilló el cordón de luces, las portadoras de las hachas se alinearon en buen orden, bajando los ojos modestamente porque aquello olía a procesión. Entonces algunos curiosos de Marineda, que no habían querido molestarse en ir más lejos para ver la función, se abrieron paso y situaron convenientemente con propósito de estudiar los semblantes de las que en otra ocasión se llamarían devotas.
Para esto era forzoso prestar asentimiento a los deseos de aquél, ir a misa, someterse a prácticas devotas y ceder a su voluntad, como antes había cedido y se había plegado a la carencia de espíritu religioso que siempre demostraron el marido y el hijo menor. Doblegóse, pues, deseosa de evitar contrariedades, y su primer acto de sumisión fue ir a misa el domingo siguiente.
Eran los únicos conciertos de aquella época. Con la pitanza asegurada, sin tener que preocuparse de casa ni vestido y teniendo el amor al arte por toda obligación, figúrese usted, Gabriel, qué musicotes podrían salir. Por eso, cuando echaron a los frailes de sus conventos, los Jerónimos no salieron mal librados. Nada de mendigar misas por las iglesias ni vivir de gorra con las familias devotas.
Al tiempo que empezaron la Salve con devotas aunque confusas voces, estando el cielo sereno les cubrió una nuve, y llovió sobre ellos, hasta que acabaron, y luego de improviso se desvaneció.
Algunos llevaban hasta cuatro velas encendidas entre los dedos de cada mano, cumpliendo así los encargos de los devotos ausentes. Rosalindo figuraba entre ellos, y un amigo que iba á su lado era portador de los seis cirios restantes. Los dos, por ser jóvenes, procuraban marchar entre las devotas de mejor aspecto. Ovejero no había dudado un momento en cumplir fielmente los encargos recibidos.
Era estudioso, y un escritor que comenzaba a adquirir renombre entre los suyos. Escribía en los periódicos católicos artículos literarios que se distinguían por un estilo florido y pintoresco, cuyo efecto entre las devotas suscritoras era asombroso.
Luego sobreviene la humanidad, de más amplia visión, que cambia el significado de la obra y la engrandece, despojándola de su primitivo egoísmo. Las estatuas griegas, modelos de suprema belleza, habían sido en su origen simples imágenes de santuario regaladas por la piedad de las devotas de aquellos tiempos.
No iba al casino, no frecuentaba la tertulia del boticario, no sabía palabra de política, no visitaba a las señoras devotas del lugar, en fin, se aseguraba ya que no servía para nada.
Distaba mucho de ser hermoso ni gallardo: era hombre de unos treinta y cinco años, seco, moreno, los pies grandes y juanetudos y la dentadura muy fea; pero había logrado pasar plaza en seguida de chistoso. Jamás hablaba en serio a sus devotas amigas. Bromita va, bromita viene, un requiebro a ésta, una chufleta a la otra, sin acortarse nunca por estar en medio de un corro numeroso.
El doctor abandonó la iglesia después de haber distraído con su presencia á algunas señoras vestidas de negro, que rezaban arrodilladas ante el altar mayor. Debían ser huéspedas del hotel, devotas de distinción, venidas de muy lejos, para hacer los ejercicios en la casa del santo.
Palabra del Dia
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