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Actualizado: 18 de mayo de 2025


Después de abundantes lluvias, un torrente amplio y rápido, alimentado con todos los arroyos y barrancos, desciende desde lo alto de las montañas, cae con el ruido del trueno, se lanza furioso en la llanura, la llena de espanto y de desastre, destroza, invade, devora todo lo que se opone a su paso, y, arrastrando en su loca carrera árboles arrancados de raíz, rocas y ruinas, rueda y se precipita rugiendo en el Salza.

En fin, hijo mío, tal vez te fastidie con mis quejas, pero a los viejos hay que tolerarles. Yo necesito hablar, expansionarme, echar fuera de esta inquietud que me devora, como si fuese yo mismo quien se mete en aventuras. Y te repito que esto acabará mal, muy mal. Tu tío es de la misma opinión. ¿Ves a tu principal? Pues es como tu mamá.

En cierta ocasión ocurrió al Gobierno suspender el periódico una veintena de días, y faltó poco para que el señor Joaquín renunciase, de puro desesperado, al café. Porque siendo el señor Joaquín español, ocioso me parece advertir que tenía sus opiniones políticas como el más pintado, y que el celo del bien público le comía, ni más ni menos que nos devora a todos.

¡De acabar! ¡de acabar! ¿y qué ha de acabar? Esta agonía que me devora, esta muerte en vida. Dorotea, yo necesito saber lo que piensas hacer. ¿Qué? dijo Dorotea sonriendo tristemente ¡vengarme! ¡No, no le matarás! dijo el bufón ; ¡le amas demasiado! ¡no te atreverás! ¿Dónde está el dulce envenenado, Manuel? dijo Dorotea sin contestar á la observación del tío Manolillo.

¿Quién desarmó la fuerza De los cincuenta brazos, Que un pino gigantesco Podrían sacudir? Dos hombres que se acercan Al medio de la liza, Y muestran ser campeones Que quieren combatir. El uno es Diego Zamora Apellidado el «valiente», Cuya daga vencedora A sus contrarios devora Y es el terror de la gente.

Menester es de la intervención elocuente del diablo para sacar a Fausto de su vacilación. Mefistófeles le hace presente que el mal está ya hecho, que el amor devora ya el alma de Margarita, y que no satisfacerle, después de haberle encendido, sería la mayor de las crueldades.

Tras de la bebida espirituosa, el señor de la torre va alimentando con prudencia al hambriento y aterido, que devora, más que come, cuanto le ponen delante de la boca. Ya hay hombre; pero alelado, taciturno y entristecido. Es preciso curar también aquella tristeza; y manda que le cuenten algo entretenido los que sepan cuentos o romances.

Miguelina, a pesar de su aparente indiferencia de mojigata, devora con los ojos a su hijo, y éste siente por uno y otra un afecto que le encubre y disimula todos sus defectos.

¡Qué! ¿Que el enemigo se acerca? No se comerá a usted... No, pero todo lo devora sin compasión. La anciana Ursula, de Schlestadt, que llegó ayer tarde, dice que los austriacos no quieren mas que knoepfe y noudel; los rusos, schnaps, y los bávaros, chucruta.

Si al menos este afán que me devora alejarlo del alma consiguiera...! Más, ¡ay! que esta ilusión engañadora hasta en el sueño me persigue fiera. Yo te veo en el rayo delicado con que flota la luna en el vacío, y en las hojas del lirio perfumado cuando esconde una gota de rocío.

Palabra del Dia

condesciende

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