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Actualizado: 26 de junio de 2025


El arroyo, en vez de desatarse sereno y cristalino como abajo, se despeñaba en espumosos tumbos asordando á los viajeros, los cuales se detenían con frecuencia á tomar aliento. Con el pecho anhelante y las mejillas pálidas, quedábanse uno frente á otro sonriendo. ¿Estás fatigada? Algo. ¿Quieres que te lleve en brazos un poquito?

Algunos se detenían en las puertas formando grupos para ver a las señoras que iban saliendo de los camarotes de preferencia o venían de los de abajo por la gran escalera de doble rampa, con un roce de finas ropas interiores.

No era lícito atacar los fundamentos de la religión católica, ni lo hubiese intentado ningún español; pero las barreras, que le detenían, estaban á larga distancia, y la fantasía, el sentimiento y el ingenio podían andar á sus anchas.

Seguía: «Hoy que la civilización, rotas las cortapisas que detenían las conciencias y supeditaban el espíritu, nos abre vasto campo a todos por medio de la prensa para expresar nuestro libre pensamiento y emitirlo a la faz del mundo, confiado en la amistad con que usted me ha distinguido siempre, y en la benevolencia con que el público ha acogido hasta ahora los humildes partos de mi pluma, etc., etc

Sentí que las lágrimas se detenían, y bajo ellas me respondió un momento después: Como quieras. Pero en seguida cayó sollozando sobre el sofá: ¡Pero qué te hecho! ¡qué te he hecho! ¡Nada! le respondí. Pero yo tampoco te he hecho nada a ti... Creo que estamos en el mismo caso. Estoy harto de estas cosas! Mi voz era seguramente mucho más dura que mis palabras.

No importaba que América fuese muy grande; para Tragomer, bastaba que Sorege hubiese atravesado el Océano, para que su presencia en San Francisco fuese indiscutible. No había otro francés que hubiese podido pronunciar su nombre en tales circunstancias. Pero aquí se detenían las deducciones de Cristián.

A medida que avanzaba la sombra, levantábase del mar una brisa fresca, que agitaba por instantes los picos del pañuelo de Amparo y los cabellos rubios de Baltasar, en los cuales se detenían las postreras luces del sol, haciendo de su cabeza una testa de oro.

Los transeúntes se detenían un instante para ver pasar aquella comitiva donde abundaban los rostros delicados de cutis nacarado, un tanto pálidos por la clausura y los hábitos viciosos del colegio: cruzaban poblando el aire de un murmullo suave, como un enjambre de abejas, más atentos a la conversación que llevaban entablada que a la perspectiva de las calles y a las bellezas del campo.

Este es el camino que toma más ó menos pronto toda molécula acuosa. Libertada por su expansión repentina, escapa de los lazos que la detenían en la superficie horizontal de los mares y se levanta en la atmósfera, por donde viaja como viajaba por el océano, bajo otra forma.

El papú, Cornelio y Van-Horn no se detenían a admirar a aquellas aves, entre las cuales las había de los más raros y preciosos plumajes, y apretaban el paso para llegar cuanto antes al bosquecillo de moscadas, esperando encontrar allí al Capitán, Hans y el chino. Varias veces habían tenido que detenerse para pasar a través de los bejucos, que les impedían avanzar, estorbándoles el paso.

Palabra del Dia

rigoleto

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