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Actualizado: 21 de julio de 2025
Hecho esto, se frotó las manos y se dijo riendo: Ya tengo al enemigo bloqueado, y si nunca llegara a declararse la guerra, les mataría de hambre sin piedad. El doctor Le Bris a la señora Chermidy. «Corfú, 20 abril 1853. »Apreciable señora: Yo no podía prever, el día que me despedí de usted, que nuestra correspondencia sería tan larga. Don Diego tampoco lo esperaba.
Muy temprano me despedí de Julia y dirigí al señor D'Orsel palabras de agradecimiento que procuré decir con la mayor serenidad posible. Después, no sabiendo en qué ocupar el día y no teniendo interés, por decir así, en el empleo de una vida que sentía desprenderse de mí minuto a minuto, fui a ponerme de codos en la balaustrada que caía sobre los fosos y allí permanecí no sé cuánto tiempo.
Me despedí con gran precipitación de doña Flora, dejándola en poder de los guacamayos, y me alejé de allí; pero en vez de correr hacia la calle de la Verónica, mi curiosidad, mi pasión y un afán invencible me impulsaron hacia la plaza de San Felipe, olvidando a Amaranta y a doña Flora, fija el alma y la vida toda en las tres muchachas, en D. Paco, en lord Gray, en las Cortes, en los diputados y en la discusión sobre señoríos jurisdiccionales.
Remando se calentará un poco. Yo me volveré con Alain por los bosques. El camino es más corto. Pareciéndome este arreglo conveniente bajo todos aspectos, no hice objeción alguna. Me despedí: tuve por segunda vez el placer de tocar la mano del ama de Mervyn, y me arrojé á la barca.
A las cuatro de la tarde seguí por el Rio de Jujuy, y á poco trecho me salieron como unos 100 Mataguayos de la reduccion de Centa, y dándoles unas regalias me despedí de ellos. Dá el rio vueltas de naciente á poniente, y sus orillas pobladas de sauces y montes: habiendo andado 7 leguas, paramos entre unos sauces al lado del poniente.
Aturdido estúpidamente, dije algunas frases que no recuerdo, y me despedí de aquellas señoritas, a quienes no deseé otra cosa más que Dios confundiera en el mismo momento. ¡Bueno estaba yo para bromitas! Andando entre calles un rato, se me ocurrió la idea, no muy sensata, de ir a la Fábrica de Tabacos y preguntar allí por Paca...¿Para qué? Llegaba mi grosera ignorancia hasta no saber su apellido.
¿Y no sabe usted adónde ha ido? Nada ha dicho la señora. Despedí a mi ayuda de cámara y me quedé solo paseándome por mi cuarto, aterrado, sintiendo no sé qué recelos. Yo no sabía qué pensar de Amparo; era para mí un misterio.
Además, habiendo llegado a la tarde, supe que a la mañana siguiente salía el transatlántico francés La Ville de Paris, de Salgar para Colón y resolví embarcarme en él. Me despedí de los compañeros a quienes más tarde encontraría en Europa, y heme en viaje para Salgar, acompañado del excelente cónsul argentino en Barranquilla, señor Conn.
¿Palabra de buena muchacha? Os lo prometo. Pues veremos quién falta á lo prometido dijo el capitán. Y me estrechó la mano, y se fué á la aldea donde habían entrado los soldados. ¿Y fuísteis? dijo el duque de Lerma. Sí; sí, señor; fuí, puesto que estoy hablando con vos; fuí por mi desgracia; ó mejor dicho, no me moví de la roca... no me despedí de mis padres, ni entré siquiera en la cabaña.
Anoche me despedí de usted desde las puertas del Seminario conciliar de la diócesis de Pilares. Ahora, le invito a entrar conmigo. Doce añitos de estancia; pero, no se asuste usted. Comprimiremos estos años hasta dejarlos reducidos al volumen de un cuarto de hora.
Palabra del Dia
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