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Actualizado: 21 de junio de 2025


Entonces fue Nieves quien se inmutó, y no poco; pero se repuso al instante, y dijo a Leto en el mismo son de broma que antes y cerrando el álbum: Pero, hombre, ¿cómo puede ser eso, si el clavel quedó allí y nosotros continuamos andando?... Es verdad respondió Leto sin perder una chispa de su ardimiento ; pero volví yo por él en cuanto me despedí de ustedes en la botica, después del paseo.

Guardéme bien de ponérselo en duda siquiera; me despedí de él muy afable, y me dirigí a la casa del médico, que estaba a dos pasos.

Por la noche, Valentina se acercó a mi lado en el jardín, juntos miramos al cielo; veía su cara risueña y espiritual, sonriendo, llena de luz, de vida y de sentimiento; en el piano las notas graves de Beethoven, me despedí de ella... La volví a ver otro día por la última vez... no pude, no supe decirle que la quería... Mi sueño se fue complicando poco a poco... apareció primero entre sus imágenes, la figura escuálida de un clérigo, después mi tío... a su lado, una mujer joven le estrechaba la mano... ¡esa mujer era Valentina!... Sentí una terrible opresión en el pecho; quise correr para separarlos, no pude: tenía ligados los pies; quise gritar para que me oyesen, tampoco pude, la emoción cerraba mis labios.

Así se corre... Continuó paseándose, me despedí después, y al día siguiente fuí preso, y he permanecido hasta el día que llegó la noticia de la victoria de Yungay, en que, con doscientos más, fuí puesto en libertadEl mayor Muslera murió también combatiendo contra Rosas, lo que no ha estorbado que se continúe hasta el día de hoy diciendo lo mismo que había oído aquél.

Pues bien: hablemos ahora cuanto quieras, de mis patos, mis gallinas, mis conejos, mis perros y mis flores. Ocho días después, me despedí de mi tío y me puse en camino para Italia. Llegué, vi y vencí.

Fuera, pues, razones, señor mío: látigo y más látigo, no qué sabio ha dicho que las más de las cuestiones son cuestiones de nombre: aquí, amigo mío, las más son cuestiones de personas. Y con esto despedí a mi cliente, quien no si habrá aprovechado mis consejos. Una cosa tan sólo le supliqué al salir por el umbral de mi puerta.

Eso era tan conmovedor, tan lleno de abandono, que me sentí completamente desarmado. Volví a sentarme, pues, por un momento... hablé de cosas indiferentes... y me despedí, en cuanto pude hacerlo sin demostrar enojo. Acompáñalo dijo el viejo a Yolanda, y amable con él; es el hombre más rico de estas tierras.

Palabra del Dia

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